Ramón Gil-Casares Sarústegui:”La mejor parte de ser diplomático o embajador es luchar por los derechos e intereses de los ciudadanos”

Elena Luque, Alba Giannelli y Sandra Urbaneja

El 7 de mayo de 2024 a las 12:30 nos reciben en el Auditorio del edificio B de la Universidad Europea Sorin Dumitru Ducati y Ramón Gil-Casares Sarústegui, para contarnos su experiencia como diplomáticos de una de las ciudades más poderosas del mundo. 

Ramón Gil-Casares Sarústegui es diplomático español y ex embajador en Washington. Por su parte, Sorin Dumitru Ducati es actualmente diplomático rumano, habiendo trabajado como embajador ante la ONU y la OTAN

Primero, Sarústegui explica que, a pesar de no poder volverse rico a través de la diplomacia, no hay nada que se compare a este trabajo. Para él no hay nada más importante que proteger los derechos de tu gente en un país extranjero.  Los valores del oeste se ven reflejados en los principios en los cuales organizaciones internacionales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU) o la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) están basadas. Los Estados Unidos, como el segundo país con más hispano-hablantes, centralizan un poder enorme en diferentes puntos del país. Éstos incluyen la Casa Blanca, las administraciones generales del estado, y Washington. Un diplomático en Washington está en medio del poder, y debe entender que está trabajando para su país. Ha de defender sus intereses, y asegurarse de proteger las prioridades de su propio país a toda costa. 

La diplomacia es fascinante porque “es más que un trabajo. No se puede separar la vida personal de la profesional”, según dice Ducati. Tras observar una necesidad de cambio, Ducati dejó su trabajo como ingeniero y quiso formar parte del proceso de perseguir los cambios políticos y sociales del mundo. En ese momento, Rumanía no era muy conocida en Estados Unidos. Solo la recordaban por el comunismo y Drácula, según explicó Ducati. Por este motivo, no era tenida en cuenta en la OTAN, y no se creía que estuviera preparada para formar parte de ella. Washington necesitaba a alguien joven que no estuviera conectado con el antiguo régimen y que no estuviera contaminado ideológicamente. El 11S fue un evento impactante. Los Estados Unidos fueron amenazados en su propio territorio, y la respuesta fue no solamente culpar a los terroristas culpables del ataque, sino también a sus propios países de origen, Afganistán e Iraq. Ducati temía que esto interrumpiría los planes de la OTAN para incluir a países ex comunistas. 

En cuanto a tratar con una institución desde una perspectiva personal, Sarústegui opina que entre republicano y demócrata, la misión es la misma pero los intereses son diferentes.  Bajo los intereses demócratas como los problemas del cambio climático, la libertad individual y la justicia social están en primer plano. Mientras tanto, los republicanos se focalizan en otro tipo de problemas. No solo existe un enfoque político, sino que también de seguridad, económico y técnico que deben de ser tratados. 

Ducati, como un diplomático tan joven y proveniente de Rumanía, país con dificultades económicas dado su reciente pasado comunista, no se encontraba en la posición de gastarse dinero en cabilderos (grupos de presión). Por esto intentaba encontrar otra manera de acceder e influenciar en las legislaciones. Su acercamiento era más bien indirecto. “Una de las mejores partes de ser diplomático o embajador es luchar por los derechos e intereses de los ciudadanos”. Para esto es necesario conocer al interlocutor y saber jugar con sus propias cartas, lo cual se ve reflejado en las estrategias de muchos países. Al hacerse amigo de los trabajadores con más influencia aprendió que si se consigue una conversación con un senador y en 45 segundos te pueden recordar y causar una buena impresión, ésto puede ser un punto de inflexión en la vida profesional. 

Por último, como conservador, Sarústegui trata sobre la transformación de la relación transatlántica en un futuro.  Los problemas que Rusia produce en EEUU se ven reflejados en las confrontaciones de la Casa Blanca. Los Estados Unidos son uno de los grandes poderes del orden internacional y tienen todas las ventajas del sistema, por lo que los problemas internos de la nación se traducen en problemas a nivel internacional. Aquello que preocupa a Sarústegui es que con su poder centralizado, existe una falta de preocupación por la polarización por parte del sistema estadounidense. Por su lado, Ducati opina que se ve un aumento de la responsabilidad europea de instituciones y un incremento en la inversión de seguridad. Esto resultará en un balance entre relaciones transatlánticas. De todas formas, también hay que tomar en consideración  el peligro que China establece. Esto se debe a que los Estados Unidos no son capaces de limitar la influencia de dicho país en la tecnología. En los Estados Unidos hay una parte de la sociedad que considera que la influencia de China es una consecuencia inevitable de la globalización. La otra parte de la sociedad tiene una naturaleza más insólita. Por esta división es difícil regular el poder de China en el mercado. 

Como conclusión, la diplomacia conforma un papel fundamental en el escenario internacional. Se trata de una labor compleja y de gran importancia, especialmente cuando tratamos el tema de Estados Unidos y sus relaciones con otros Estados. Las declaraciones de Sarústegui y Ducati resaltan la importancia de tener en cuenta los intereses de sus respectivos países en un entorno político cambiante. En resumen, la diplomacia sigue siendo un instrumento fundamental la hora de superar retos globales, y de esta manera, lograr la estabilidad y el progreso en un mundo cada vez más interconectado.

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