Pubertat: «Todo eso que creemos que a nosotros no nos puede ocurrir, y nos equivocamos»

Rosi Legido

De cómo enfrentar en el ámbito familiar una agresión sexual, y mucho más, habla esta miniserie catalana de seis episodios para HBO Max, que cuenta con un reconocido elenco de actores dirigidos por Leticia Dolera.

Pero Pubertat aborda, además, asuntos tan serios y frecuentes como el racismo, la homofobia, la desigualdad social… poniendo de manifiesto lo poco o nada que saben los jóvenes- y la mayoría de los adultos- sobre la sexualidad. Tabúes y prejuicios que se heredan de generación en generación, y se perpetúan con según que prácticas. Cada uno de esos temas daría para una serie propia.

 Las redes sociales están muy presentes durante la serie.
                   Fotografía de:  Quim Vives / HBO Max.
Las redes sociales están muy presentes durante la serie. Fotografía de: Quim Vives / HBO Max.

La denuncia en redes sociales de una agresión sexual llevada a cabo por tres menores afecta no solo a los culpables, la víctima y sus familias, sino a la colla castellera de la que forman parte. Y aquí entra el clasismo en juego, como otro de los temas a tratar, ese en el que es más importante lo que los demás digan que lo que verdaderamente somos. Un continuo disimular para aparentar lo que uno no es, y esconder bajo la alfombra aquellos asuntos turbios que pueden salpicar a la comunidad. Todo ello recogido mediante maravillosos contrastes y metáforas audiovisuales como el derrumbe del castillo de castellers del que los adolescentes forman parte.

Estamos ante una historia de verdades incómodas y muchos grises- como la vida- en la que cada contexto es diferente y exige la necesidad de estudiar los casos individualmente; porque, a veces, los menores que comenten un delito son a su vez víctimas de algo, pero ello no les exime de culpa y la imputabilidad deja de existir a los catorce años de edad.

Pie de foto: La responsabilidad y contradicciones de los adultos es uno de los temas principales. Fotografía de:  Quim Vives / HBO Max.

La responsabilidad y contradicciones de los adultos es uno de los temas principales. Fotografía de:  Quim Vives / HBO Max.

Algo tan universal como la cultura popular (en este caso catalana), y la necesidad humana por conservar tradiciones, choca innegablemente con el progreso social; y lo mismo ocurre entre las diferentes generaciones. Por eso mismo es necesario hacer hincapié en la importancia de la comunicación y la confianza, de mantener las familias unidas cual castell donde la base la conforman las personas mayores para que los niños, a sabiendas de sentirse seguros, puedan trepar por la torre humana. Nadie mejor precisamente que los adultos para reconocer los comportamientos de la adolescencia, porque antes ellos estuvieron allí.

El guion de Leticia Dolera y Almudena Monzú explora la rabia, la culpa, el miedo y la decepción; y nos hace reflexionar sobre esa responsabilidad como madres y padres, en un debate constructivo donde el espectador duda continuamente. Si no hablas con tus hijos, no podrás conocerlos nunca; y eso convierte a todos en responsables de determinadas situaciones. Niños deseosos de la aprobación ajena, adultos que creían conocer a sus hijos, familias en las que la comunicación no existe si es dolorosa o aquellos que, ante un delito, permanecen como espectadores pasivos únicamente por la necesidad de pertenencia a un grupo, se entrelazan en una historia de personajes fácilmente reconocibles. Lo suyo no son casos aislados, ocurre con más frecuencia de la que pensamos y en cualquier entorno cuestionándonos si la culpa es de los adolescentes, sus familias, la sociedad, los medios de comunicación… porque sí, los niños de trece y catorce años de hoy en día, viven su propia sexualidad y pueden verse envueltos en situaciones similares, aunque no se hable de ello; por eso es importante darles voz y en la serie un capítulo se narra exclusivamente desde el punto de vista de estos.

De sobra es sabido que las agresiones sexuales están muy relacionadas con el consumo de pornografía y, cada vez, desde edades más tempranas gracias a Internet. La consecuencia se ve reflejada en menores que hablan y practican sexo sin tener apenas idea, y que toman como real la ficción. No se puede negar la actual educación sexual deficiente en la que apenas se habla del consentimiento, algo que tiene que estar sabido desde la infancia para poder evitar o identificar cualquier posible abuso. Quien no sabe sobre ello, nunca se reconocerá como víctima aun siéndolo. Los roles de género enseñan a que los hombres no expresen sus sentimientos ni su fragilidad, a que sean proveedores de las mujeres y merecedores de privilegios; una masculinidad tóxica que se alimenta también en las redes sociales; y que queda maravillosamente expresada en este trabajo. Así los verdugos no dejan de ser víctimas de un sistema.

Los personajes están tan bien definidos y tienen tantas aristas, que aclaran por sí mismos la razón por la que agresores y víctima actúan de esa manera. Brillan particularmente los niños debutantes Aina Martínez, Ot Serra Bas, Bruno Bistuer, Nael Gamell y la secundaria Carla Quílez (Concha de Plata a la mejor interpretación protagonista en La maternal).

Pubertat ha sido el proyecto más largo y meditado de Dolera. Cuando se escribe sobre asuntos de tal envergadura la responsabilidad pesa mucho y, siendo mujer, es fácil que le cuestionen a una su discurso. Leticia- reconocida feminista- también lo es en el papel que interpreta de Julia, donde sus principios chocan cuando le toca de cerca el asunto.

Las redes sociales están muy presentes durante la serie. Fotografía de:  Quim Vives / HBO Max.
«Aina Martínez interpreta a Manu, la víctima de esta historia». Fotografía de: Quim Vives / HBO Max.

Mejor serie en los Premios Ondas y nominada a mejor serie en los Forqué, y con razón. Dolera sabe manejar un material altamente sensible. Ella no juzga, ni siquiera trata de dar respuestas sino de aportar soluciones sin quedarse en la mera denuncia de hechos tan habituales en la sociedad, porque- como le ocurre a su personaje- una cosa es tener la lección aprendida y otra sabérsela aplicar.

Sensibilidad y una estética especialmente cuidada, en la narración y en créditos, son los toques para abordar un tema polémico donde la vulnerabilidad y las contradicciones se entremezclan.

La visión optimista del asunto, con la conciliación como una de las herramientas necesarias para hacer frente a conflictos tan complejos, hace que sea necesaria y de obligada proyección en todos los institutos. Ya lo dijo Pitágoras, si educas al niño no será necesario castigar a los hombres.

Aina Martínez, Ot Serra Bas y Nael Gamell vestidos de castellers. Fotografía de:  Quim Vives / HBO Max.
Aina Martínez, Ot Serra Bas y Nael Gamell vestidos de castellers. Fotografía de: Quim Vives / HBO Max.

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