BIELORRUSIA Y EL DESVIO DEL BOEING 737-800

Las autoridades bielorrusas fuerzan a aterrizar a un avión por una supuesta amenaza terrorista y detienen a un opositor al régimen de Lukashenko.

                                                                                                            

Claudia Romero Caballero.

La comunidad internacional quedó sorprendida al enterarse de la detención del periodista Roman Protasevich. Las autoridades bielorrusas obligaron a aterrizar el avión en el que volaba, bajo el pretexto de una amenaza a la seguridad. Pero, ¿qué ha ocurrido realmente? ¿Cómo ha reaccionado el panorama internacional?

El pasado 23 de mayo, el vuelo de Ryanair realizaba la ruta Atenas – Vilna (Lituania), cuando por exigencia del propio Lukashenko, se forzó el aterrizaje de la aeronave en la ciudad de Minsk. El descenso motivado por indicios de amenaza terrorista, no resultó más que una falsa alarma sin pruebas, puesto que, como aseguraron los propios servicios especiales bielorrusos no se encontraron explosivos en el aparato.

El avión contaba con 170 pasajeros de 12 nacionalidades, quienes tras la revisión de sus equipajes y siete horas de espera pudieron proseguir su viaje a Vilna. No obstante, no tuvieron la misma suerte las seis personas quienes por decisión de Lukashenko, se ordenó su detención. Entre ellos, el ya mencionado Protasevich y su pareja, junto a cuatro ciudadanos rusos de identidad desconocida.

Roman Protasevich, de 26 años, pertenece a la oposición de Bielorrusia, por la que docena de activistas y periodistas denuncian las acciones del presidente bielorruso desde el exilio. A su vez, colaborador cercano a Svetlana Tikhanóvskaya, líder de esa oposición política, quienes fueron forzados a marcharse del país a causa de la persecución que vivieron en su país de origen. También, el periodista es director de Nexta y Nexta Live, canales de Telegram, mediante los cuales se planificaron las protestas en agosto de 2020, contra las fraudulentas elecciones que, de nuevo, proclamaron ganador a Lukashenko.

Las reacciones de los líderes internacionales han condenado de manera contundente las acciones del régimen bielorruso, al ser la primera vez que un país desviaba un vuelo con la intención de detener a un ciudadano. Entre ellas, destacan las de Estados Unidos y la Unión Europea, advirtiendo de las consecuencias que esto supondrá. Igualmente, denunciando las violaciones a los Derechos Humanos, que estas circunstancias producen, como la represión y la censura.

Desde la UE, se ha tomado la decisión de prohibir a Belavia, la aerolínea bielorrusa, el sobrevuelo del espacio aéreo europeo. Al igual que las compañías europeas tampoco podrán hacerlo con el bielorruso, limitante con los pertenecientes a Rusia, Ucrania, Polonia, Lituania y Letonia. Condenar estas situaciones, que para la Unión Europea pasan por “terrorismo de Estado” o “actos de piratería”, como comentaba La Vanguardia.

Como señalaba Úrsula von der Leyen, en su cuenta de Twitter: “El comportamiento escandaloso e ilegal del régimen en Bielorrusia tendrá consecuencias. Los responsables del secuestro de Ryanair deben ser sancionados. El periodista Roman Protasevich debe ser puesto en libertad de inmediato. La Comisión Europea discutirá las acciones a tomar.”

Por su lado, Antony Blinken, secretario de Estado estadounidense, condenaba la situación y demandaba la coordinación internacional para investigar el arresto del periodista y el desvío del vuelo comercial.

Por otro lado, también ha habido respuestas como la  de OTAN, que a través de su secretario general, Jens Stoltenberg, calificaban de “incidente grave y peligroso que requiere una investigación internacional”. Apoyando lo declarado por el propio Blinken.

Mientras que las declaraciones de líderes políticos, han ido saliendo a la luz en estas últimas semanas, la población civil no se ha quedado callada tampoco. Y, tal como señalaba The Huffington Post, Reporteros sin Fronteras señalaba Bielorrusia como el “lugar más peligroso para la prensa”, debido a los centenares de periodistas detenidos, y los casi veinte encarcelados desde que estallaran las protestas en contra del régimen de Lukashenko.

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