Marcos Rodríguez López
Está siendo un momento tenso y delicado para la Unión Europea (UE) en lo que a materia migratoria se refiere. Y es que llevamos ya más de una semana con esta problemática en la frontera polaco-bielorrusa, sin previsiones de una pronta solución. Centenares de migrantes se concentran en el paso fronterizo de Bruzgui-Kuznitsa para tratar de entrar a la UE. Mientras tanto, el presidente bielorruso Alexandr Lukashenko –quien ha estado hablando del asunto con Putin- se limita a echar balones fuera.
Esto no ha sentado nada bien al otro integrante de esta tan complicada ecuación; Polonia, quien insiste en construir un muro en la frontera con Bielorrusia (a lo que Bruselas ya ha dicho que no se hará cargo ni lo pagará) y quien estudia también la posibilidad de pedir a la OTAN que active el artículo 4 del Tratado, que establece lo siguiente: “Las partes se consultarán cuando, a juicio de alguna de ellas, se vea amenazada la integridad territorial, la independencia política o la seguridad de alguna de las partes”. Tras una reunión del Gabinete de Seguridad Nacional polaco, el portavoz presidencial, Jakub Kumoch, hizo saber que la decisión de recurrir a la ayuda de los aliados de la OTAN “está sobre la mesa”.
Además, en las últimas horas ha aumentado la tensión en la frontera, donde los migrantes concentrados en el otro lado de la frontera arrojaron piedras contra los agentes de seguridad polacos y rompieron la valla, a lo que los agentes respondieron usando cañones de agua, granadas aturdidoras y gas lacrimógeno contra la multitud.