A una velocidad de 1.500 km2 al año, el aumento de temperaturas y el descenso de precipitaciones avanzan en la Península e islas.
Natalia Medina Pardo
Según ha confirmado este lunes la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), el verano de 2023 se constituye como el más cálido desde 1961, primer año en el registro de la serie histórica. La temperatura media estos meses ha sido de 24°C, lo que representa 2,2°C por encima de lo habitual. En las previsiones estacionales, la agencia asegura que el próximo otoño – que dará comienzo mañana viernes 23 de septiembre – también será más cálido de lo normal.
El clima árido, que hace sesenta años representaba un 10% de superficie del territorio español, hoy en día se ha duplicado hasta ocupar más del 20% del mismo. Rubén del Campo, portavoz de la Aemet, identifica como causas principales de este fenómeno el alza de las temperaturas y la bajada de las precipitaciones, aunque estas últimas en menor medida por su evolución discontinua.
En verano la situación de ola de calor ha protagonizado 42 días. Así, este figura como el año récord en jornadas en situación de calor extremo. Del 12 al 18 de junio tuvo lugar una primera ola, seguida de una aún más calurosa entre el 9 y el 26 de julio y, finalmente, de una última comprendida entre el 30 de julio y 15 de agosto. Sin embargo, Juan Jesús González, meteorólogo de la Aemet, asegura que “estamos en la década más fresca de nuestras vidas”. Los expertos estiman que a mediados de siglo la anomalía normal de los veranos ascenderá entre 1,7ºC y 1,9°C.
España es cada vez más yerma. En paralelo al aumento de los climas secos, están desapareciendo los fríos. A pesar de que se reducen fundamentalmente a los sistemas montañosos, en la década de los sesenta abarcaban un 2% del país y ahora apenas alcanzan el 1%.
La tendencia cálida es una realidad que también afecta al resto de Europa. De cara a otoño, la portavoz de la agencia Beatriz Hervella, destaca el Mediterráneo oriental como la zona probablemente más seca y prevé que las más calurosas serán aquellas localizadas en el Mediterráneo occidental y el norte. Claro que, aunque la portavoz está segura de que así se orientará el desarrollo de los próximos años, el clima “no es tan lineal”, en palabras de Hervella, como para predecir el comportamiento de estas zonas en el futuro.