María Muñoz
Más de 15.000 personas colman el estreno en el WiZink Center de Natos y Waor, el dúo,
posiblemente, más influyente de la historia del rap español. Tras un sald out en este
recinto, el dueto roza el agotamiento de las entradas en su segunda fecha en el antiguo
Palacio de los Deportes.
«Súbela a tope y revienta el party.», y eso es lo que hizo el grupo madrileño, en el Wiziok
Center, el pasado 18 de febrero.
Natos y Waor, seudónimos que esconden a Gonzalo Sidre (Buenos Aires, 28 años) y
Fernando Hisado (Madrid, 32 años), son un dúo de raperos afincados en Aluche (Madrid) y
que se dedican a la música desde 2011, acumulando 8 trabajos; de entre ellos, Catarsis,
Cicatrices, Barras Bravas y el más reciente, Luna Llena.
Por las paradas de metro de O’Donnell y Goya, a horas de la entrada al concierto, salen
miles de jóvenes vestidos con camisetas negras y calaveras en ellas, algunas con frases
como «orgulloso de mis cicatrices». Los vendedores ambulantes de los puestos hacen el
mes. Definitivamente, los Hijos de la Ruina estaban tomando el Barrio de Salamanca.
En el ambiente predominaba el color negro, el estilo de rap clásico en las vestimentas de
los asistentes, las cadenas de oro y los pantalones de cargo o desgastados; pero no todos
llevan este estilo traketero. Y esa es la magia de Natos y Waor, que han creado esa
identidad propia que ha sabido calar en las distintas tribus urbanas.
El origen del dueto se remonta a 2010. Por separado, participaban en batallas de gallos.
Fernando, interesado en la música que surge en casas okupas; Gonzalo, por su parte, más
en el mundo de las fiestas de techno de Fabrik.
Nace Natos y Waor, dejando música con una mezcla de los dos estilos, que habla sobre
todo de las largas noches de sexo, drogas y alcohol que dos jóvenes, supervivientes de la
crisis económica que tras el estallido de la burbuja del ladrillo, han vivido. Las letras son crudas
y reflejan el lenguaje que los jóvenes usan y el cómo se habla en la calle. Creen que la
clave de su éxito viene por que sus oyentes se sienten representados.
Por la Jeta, un poco como el inicio del grupo, es la primera maqueta grabada por los dos
artistas en 2011, con medios muy limitados e inimaginables, se llena de esa carga social,
se convierte en parte del underground del rap madrileño, que se escuchará sobre todo en
las casas okupas de la capital.
El grupo tiene un aire fresco y renovador, que hace que sus canciones sean más y más famosas.
Más tarde, tras el segundo álbum, Catarsis, en 2013, son fichados por una agencia de
management llamada Taste The Floor. En este momento, los cantantes comenzarán a
producir verdaderos éxitos y de los mayores de su carrera con Barras Bravas. La llegada de
Caja Negra, con Martes,13 y Cicatrices hacen que los madrileños comiencen a recorrer las
primeras ciudades y coronarse en un histórico concierto en la sala Vistalegre de la capital.
La última bomba, que los ha llevado a reventar, en este caso el Wizink Center incluso sin
haber estrenado su álbum, fue Luna Llena.
No queda ni un hueco libre, la pista del Wizink Center está petada y llena de humo.
15.000 Hijos de la Ruina han venido a acompañar a sus artistas en su estreno en el viejo
Palacio de los Deportes. El escenario se colorea de luces rojas y empieza a sonar Rumba,
canción de su último disco. El concierto se va desarrollando con la invitación de grandes
artistas que han colaborado con ellos como Kutxi Romero, vocalista de Marea; ReccledJ,
rapero de Carabanchel que, junto a ellos, forman el trio Hijos de la Ruina, con canciones
tan conocidas como Más Alcohol o Sudores Frios; Maka; Denom, entre otros…
Emiten unas bonitas y emocionantes palabras de agradecimiento para sus seguidores que
se traducen en emoción e incredulidad en el semblante de Fernando; y en felicidad y
alegría en la actitud de Gonzalo.
El show finaliza con el broche de oro, que hace que todos los cimientos de la Milla de Oro
retumben: Cocaína. El Wizink Center estaba preparado ya para despegar.
El dueto ha trazado una gran gira por los recintos más grandes las ciudades principales del
país, como el Palau Sant Jordi de Barcelona, el Cartuja Center de Sevilla (con todo ya
vendido) o la Plaza de Toros de Valencia.
Los raperos preguntaban a su publico ¿Quién son los reyes? Y ellos, sin tener que pensar
porque estaba más que claro, respondían, que son ellos, ellos son los reyes del underground.