Daniella Rábago Zaballos

El ministro de Economía, Comercio y Empresa, Carlos Cuerpo, en el Senado. Alberto Ortega / Europa Press
La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) ha reducido en dos décimas el crecimiento económico de España en 2025, pasando del 2,6% al 2,4%, por la “debilidad de los socios comerciales”, en un contexto de plenas tensiones arancelarias. Aunque se haya hecho este recorte, esto no impide que la organización siga proyectando que nuestro país liderará el avance del PIB de las economías desarrolladas, a pesar del impacto del shock comercial provocado por la Administración de Estados Unidos.
La OCDE calcula que el conjunto de la zona del euro solo crecerá este año un 1%. Alemania sigue siendo la economía más débil, con una previsión de subida del PIB del 0,4% este año. Sin embargo, Francia e Italia se quedan en el 0,6%. Estas debilidades de los principales socios comerciales de España son el principal motivo por el que los economistas de la OCDE justifican el recorte de la proyección de España, debido a la desaceleración del crecimiento de las exportaciones.
Sin embargo, según destaca la OCDE, resalta “la demanda interna” en nuestro país. El crecimiento estará “impulsado por el consumo de las familias, respaldado por un mercado laboral sólido, el aumento de los ingresos reales y la caída de la inflación”. Además, añade que “se espera que la inversión aumente durante el período 2025-2026, impulsada por la reducción de los costes de financiación y la aplicación del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR)”.
Entre los grandes países de la Unión Europea, España es la que menos está directamente expuesta a Estados Unidos. Hay varias dinámicas positivas, como el auge del turismo, el crecimiento de las exportaciones de servicios, la transición energética y la llegada de inmigrantes, que se han mantenido hasta el primer trimestre de 2025. Además, se observan algunos cambios estructurales en el mercado laboral, con más empleo y menos precariedad, y en cuanto a la estructura, actividades de mayor valor añadido.
En los últimos años, España ha mostrado un excedente financiero resultante de que los ingresos superan a los gastos durante un período determinado (superávit) creciente con Estados Unidos en el comercio de servicios. El Banco de España observa “que ha sido contrarrestado por un déficit en el comercio de bienes que, desde 2022, ha aumentado sensiblemente como consecuencia del incremento de las importaciones energéticas”. Además, añade que “el volumen del comercio exterior español con Estados Unidos es ligeramente superior al 4% del PIB. Una cifra que es mayor del 7% en Alemania y mayor del 5% en Italia; países que, además, presentan un importante superávit comercial con la economía estadounidense, en particular en el comercio de bienes”.
A pesar de que España no esté directamente expuesta a Estados Unidos, los principales socios y sus sectores industriales sí que lo están. Por lo tanto, hacen que el impacto sea inevitable. El Banco de España resume así: “Este canal indirecto eleva la exposición de la economía española a Estados Unidos de forma particularmente relevante para algunos sectores industriales. En especial, las industrias españolas cuyo valor añadido está más expuesto a la demanda de Estados Unidos son las vinculadas a los sectores farmacéutico y químico, el petróleo y los metales”
Además, el aumento del valor del euro en comparación con el dólar tiene un impacto doble. Por un lado, esto abarata la compra de petróleo y gas, que se comercian en dólares, ayudando a controlar la inflación. Por otro lado, encarece las exportaciones de la eurozona, sumándose al aumento de costes para los importadores de Estados Unidos, debido a los aranceles impuestos por Donald Trump, lo que dificulta la actividad económica.