Emiliano Gómez Sandoval
Después de más de dos décadas siendo el rey de las videollamadas, Skype se despide para siempre. Microsoft ha anunciado el cierre definitivo de la plataforma que, antes de Zoom, Teams y FaceTime, nos enseñó que podíamos hablar cara a cara desde cualquier rincón del mundo. Aunque llevaba tiempo en segundo plano, su adiós marca el cierre simbólico de una era digital que muchos aún recuerdan con cariño.
Lanzada en 2003 por los desarrolladores Niklas Zennström y Janus Friis, Skype revolucionó la forma en que las personas se comunicaban por internet. Basado en la tecnología peer-to-peer desarrollada por la empresa estonia Kazaa, Skype permitió por primera vez realizar llamadas de voz y videollamadas gratuitas entre usuarios desde cualquier parte del mundo, siempre que tuvieran una computadora, un micrófono, una cámara web y una conexión a internet estable. Esto eliminó la necesidad de utilizar teléfonos fijos y de pagar elevadas tarifas internacionales, lo que lo convirtió rápidamente en una herramienta indispensable, tanto para familias separadas por la distancia como para empresas que buscaban reducir costos.
Skype no solo ofrecía llamadas gratuitas entre usuarios, sino también la posibilidad de llamar a teléfonos convencionales a tarifas reducidas, lo cual amplió aún más su base de usuarios. En 2005, eBay compró Skype por 2.6 mil millones de dólares, y posteriormente Microsoft la compró en 2011 por 8.500 millones de dólares, en lo que entonces fue una de sus adquisiciones más grandes, y la integró en casi todo su ecosistema: Windows, Xbox, Outlook e incluso en smartphones con Windows Phone. Skype venía de un éxito rotundo, con más de 600 millones de usuarios registrados en todo el mundo, y parecía el paso lógico para dominar las comunicaciones online. Durante años fue la app por excelencia para hablar con la familia, tener entrevistas laborales a distancia o simplemente ponerse al día con amigos. En muchos hogares fue el puente entre seres queridos que vivían en distintos países, especialmente en la era previa a los smartphones. También tuvo un uso creciente en entornos profesionales, aunque su interfaz algo rígida y la falta de innovación constante le jugaron en contra. A pesar de todo, su logo azul y su clásico tono de llamada quedaron grabados en la memoria colectiva de toda una generación.
El fin de Skype no es solo el cierre de una aplicación, sino el adiós a una pieza fundamental de la historia digital reciente. Fue pionera en acercar a las personas cuando la distancia parecía insalvable, y su impacto trascendió lo tecnológico: cambió costumbres, acercó familias, modernizó negocios y abrió el camino para una nueva era de comunicación. Aunque otras plataformas tomaron la posta y mejoraron la fórmula, Skype será recordada como la que encendió la chispa. Su legado vive en cada videollamada que hoy damos por sentada.