TENSIONES CULTURALES Y RELIGIOSAS EN ASIA

Andrés Berlanga

A lo largo de todo el territorio asiático se extienden muchas religiones diferentes, pero hay tres religiones mayoritarias en ese continente: islam, budismo e hinduismo.

En el mapa que se muestra a continuación, elaborado por el Ministerio de Cultura y Deporte, se pueden ver la extensión de cada una de ellas por el continente.

No hay presencia mayoritaria del cristianismo en ningún país del continente y, de hecho, en algunos países se prohíben hasta algunas de sus costumbres, como la Navidad.

En Arabia Saudí, celebrar esta festividad puede ser visto como un acto transgresor, e incluso aquellos que la celebren pueden ser perseguidos y detenidos por la autoridad. El país, además, emitió una reglamentación anual que prohíbe “signos visibles” de la celebración. Por esto, la minoría cristiana que quiera celebrarlo, debe hacerlo en público y no puede hacer demostraciones públicas.

Sin embargo, hay otros conflictos religiosos mucho mayores:

Xianjiang, uigures y los campos de concentración

En China, desde el año 2016, se han demolido más de veinte mezquitas en la región de Xianjiang, además de haber recluido a millones de musulmanes en campos de concentración. La islamofobia y la intención de apagar el separatismo en la región son las principales causas de esas agresivas medidas.En amarillo, la región de Xianjiang, China // Visión Geopolítica

En esa región situada al noroeste del país, junto a países musulmanes, más de la mitad de la población está formada por uigures y kazajos. Ambas etnias son musulmanas y utilizan lenguas escritas con el alfabeto árabe. Además, sus más de nueve millones de habitantes ejercen una fuerte oposición al Partido Comunista de China, acompañado de un gran sentimiento de independencia.

El islam supone un poco más del 1% en China, pero es la región que predomina en Xianjiang, por lo que las autoridades decidieron prohibir la práctica religiosa en esa zona. También han introducido tecnologías avanzadas de reconocimiento facial y análisis de datos para “vigilar y hacer seguimiento” a los habitantes, como indica un informe que publicó Human Rights Watch.

El gobierno chino ha llevado a cabo un levantamiento de la cultura e identidad de uigures y kazajos, que ya se han denominado como “Estado excavadora”. Según una investigación de The Guardian, hay evidencias de que, además de la demolición de mezquitas, las minorías musulmanas han sufrido represión.

A Chinese flag flies over a local mosque recently closed by authorities as an ethnic Uyghur woman sells bread at her bakery on June 28, 2017 in the old town of Kashgar.

Bandera china sobre una mezquita cerrada por las autoridades en la antigua ciudad de Kashgar // Kevin Frayer, Getty Images.

De hecho, la mezquita más grande del territorio, la de Kargilik, al sur de Xinjiang, ya no existe. Fue construida en el año 1200, con impresionantes torres y un jardín interior que destacaba por su belleza. Ahí se reunían habitantes de poblaciones cercanas cada semana para rezar, hasta que en 2018 fue completamente arrasada. La población local alerta de que el derribo de los templos es únicamente una de las cosas que se pueden ver físicamente, pero que existen otras medidas represivas de las que no se conoce tanta información.

Estas han sido parte de las medidas para sofocar ese “extremismo” que alega el gobierno chino, pero hay más, como la creación de campos de concentración. Más de un millón de ciudadanos están o han estado detenidos en “centros de reeducación” -como los denomina el gobierno chino-, según los cálculos que realizaron un grupo de expertos de la ONU, que Pekín desmintió. Los detenidos son obligados a estudiar y son sometidos a un régimen de autocrítica junto a diversas torturas físicas.

La portavoz de asuntos exteriores china, Geng Shuang, se pronunció sobre esas informaciones, diciendo que son “totalmente contrarias a los hechos”. Incluso, destacó la estabilidad política de Xianjiang y recalcó que la gente “vive y trabaja en paz”, lo que se suma a la propaganda que difundieron las autoridades, en las que estos campos son denominados “centros de formación profesional” que tienen el objetivo de mejorar la convivencia y la estabilidad de la región frente al extremismo.

A estos ataques a la libertad religiosa se añaden restricciones en el idioma uigur, a favor del mandarín, única lengua en la que se imparte la educación. También, se incentivan los matrimonios interétnicos y se fomentan actos para alzar el patriotismo y la cultura china para acabar con cualquier tipo de sentimiento separatista escondido bajo una lucha contra el terrorismo islamista.

La región de Xianjiang y los uigures que viven allí son uno de los grandes desafíos nacionales de China, ya que es una de las cinco regiones autónomas de la República Popular, además de ser, junto con el Tíbet, el único territorio del país donde los chinos no son mayoría, sino que son los uigures, que es, a su vez, una de las 55 etnias que el país reconoce y la que más resistencia ha mostrado a asimilar y dejarse dominar por Pekín. Una parte de la población uigur se conformaría con una autonomía real y con el respeto de sus derechos culturales y políticos, pero otra preferiría la creación de una nueva república del Turkestán oriental o Uigurstán independiente. Aquí China encuentra riesgos y posibles amenazas que podrían peligrar la existencia misma de la República Popular China.

El éxodo rohingya

Los rohingyas son otra minoría predominantemente musulmana que es descrita por la ONU como un pueblo “sin Estados” y “virtualmente sin amigos” ni en su continente. Estas personas huyen de Myanmar, antigua Birmania, donde se lleva años desatando oleadas de violencia contra ellos. A diferencia de los rogingyas, en Myanmar se profesa el budismo.

Esta etnia forma un grupo de alrededor de un millón de personas, concentradas en el norte del estado de Rakhine en Birmania, cerca de la frontera con Bangladesh. Sin embargo, Myanmar no les considera ciudadanos, no tienen reconocimiento como grupo étnico ni libertad de movimiento. Además, no se sabe con exactitud el origen de este grupo étnico. Los líderes de dicha comunidad dicen que son descendientes de comerciantes árabes, mientras que Myanmar asegura que son descendientes de migrantes musulmanes de Bangladesh que cruzaron al estado birmano durante la ocupación británica. Por ello, las autoridades consideran que los miembros de esa comunidad son “advenedizos”.

Oficialmente son tratados como inmigrantes bengalíes, están confinados en grandes guetos de muy precarias condiciones y no se frena la violencia sobre ellos.

El conflicto entre musulmanes y budistas se remonta a la Segunda Guerra Mundial, cuando, en 1942, los rohingyas, apoyados por Reino Unido, se enfrentaron a los budistas locales, que contaban con el apoyo de Japón. Desde que se independizó el país seis años después, han sido víctimas de tortura, negligencia y represión, viviendo apartados del resto de la sociedad. Tampoco podían casarse o viajar sin permiso de las autoridades del país, además de no tener derecho a tener tierras ni otras propiedades, lo que limita sus posibilidades de empleo y de vida estable.

La ONU denuncia que la situación no ha cambiado con el paso del tiempo. El sometimiento ha cuajado en una insurgencia organizada y fuerte en la formación de grupos radicales que han elegido la violencia contra el Estado como medio de demanda de un mejor estatus. No obstante, el Gobierno birmano se ha limitado a responder con redadas, operaciones especiales y contraofensivas militares, que diversas organizaciones en defensa de los derechos humanos han condenado por excesivas.

La persecución de los rohingyas causa gran indignación entre la comunidad musulmana de todo el mundo.

Antonio Guterres, secretario general de la ONU, se ha “mostrado preocupado” en diversas ocasiones por los informes que se emiten sobre la violencia ejercida por el Gobierno de Myanmar. Aung San Suu Kyi, líder del país, además de ser Premio Nobel de la Paz; negó las acusaciones de limpieza étnica y aseguró que su gobierno “le daría bienvenida y seguridad a los rohingya que quieran regresar”. “Creo que hay mucha hostilidad, pero también se trata de musulmanes matando a otros musulmanes que sospechan de colaborar con la otra parte”.

Años más tarde, esta comunidad musulmana observaba con mucha preocupación el desarrollo del golpe de Estado que tuvo lugar en febrero de 2021, ante el temor de las posibles consecuencias de que aquellos responsables de cometer un genocidio y una limpieza étnica contra esta minoría (el ejército birmano) tomaran el control del país.

Sin embargo, ya en 2012 tuvo lugar un acontecimiento que desató más el conflicto. Tres musulmanes violaron supuestamente a una mujer en Rakhine y se respondió una semana después de una forma muy violenta: una turba local asaltó un autobús y mató a diez hombres considerados musulmanes. A partir de ese momento, la violencia se desencadenó y el sentimiento anti-rohingya creció en el país, lo que derivó en grandes oleadas de refugiados y desplazados a causa de los ataques, encarcelaciones y discriminación por parte del Ejército, además de las tensiones con la población.

En 2017, más de 700.000 rohingyas huyeron del país a causa de varios ataques del Ejército después de que el Gobierno culpara a esta minoría del asesinato de doce oficiales en un ataque a una comisaría de policía. Se quemaron poblados, hubo asesinatos, torturas, acusaciones de abusos sexuales por parte de soldados birmanos… Se produjo un éxodo masivo de personas hacia la vecina Bangladesh.

Un grupo de personas en medio de una multitud de gente

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Refugiados rohingyas en el campo de refugiados de Kutupalong, en Bangladesh

// ACNUR.

Cuando estos refugiados llegaban a Bangladesh, eran alojados en campos de refugiados, donde las condiciones son muy duras: los pozos de agua escasean, tienen que caminar durante horas para conseguir leña y los refugios son muy frágiles. Condiciones pésimas, pero les compensa resistir antes que regresar a Myanmar.

Al igual que una ciudad se divide en distritos, también lo hace el enorme campamento de Kutupalong-Balukhali, formado por 22 pequeños campos, y que sigue creciendo cada día. Cuenta con una carretera que cruza el campo de norte a sur para facilitar a las personas su desplazamiento, además de hacer más fácil la entrega de ayuda.

Sin embargo, a esas precarias condiciones de vida hay que sumarle la llegada del monzón asiático. Los refugios son tan delicados que pueden no resistir las lluvias torrenciales y los fuertes vientos. Las viviendas están construidas a base de palos de bambú atrancados en la tierra y finos tallos tejidos, cubiertas enteras por plástico; tal y como asegura Médicos sin fronteras.

Recientemente se está trasladando a los rohingyas a una isla del Golfo de Bengala, Bhasan Char, que hasta ahora estaba deshabitada. Muchas organizaciones de derechos humanos han criticado esta reubicación ya que la isla, que surgió hace veinte años, tiene un riesgo constante de inundaciones.

El Gobierno de Bangladesh ya anunció este plan en 2017 como una necesidad para vaciar los campos de refugiados que llegaron a albergar a 738.000 rohingyas. Sin embargo, aseguran que el traslado es voluntario, aunque los primeros que llegaron en diciembre de 2020 denunciaron haber sido coaccionados, según asegura France24.

Centenares de refugiados rohingyas a bordo del barco que los traslada a la isla de Bhasan Char desde Chittagong, Bangladesh, este 29 de enero de 2021.

Recientemente se está trasladando a los rohingyas a una isla del Golfo de Bengala, Bhasan Char, que hasta ahora estaba deshabitada. Muchas organizaciones de derechos humanos han criticado esta reubicación ya que la isla, que surgió hace veinte años, tiene un riesgo constante de inundaciones.

El Gobierno de Bangladesh ya anunció este plan en 2017 como una necesidad para vaciar los campos de refugiados que llegaron a albergar a 738.000 rohingyas. Sin embargo, aseguran que el traslado es voluntario, aunque los primeros que llegaron en diciembre de 2020 denunciaron haber sido coaccionados, según asegura France24.

Sin embargo, a esas precarias condiciones de vida hay que sumarle la llegada del monzón asiático. Los refugios son tan delicados que pueden no resistir las lluvias torrenciales y los fuertes vientos. Las viviendas están construidas a base de palos de bambú atrancados en la tierra y finos tallos tejidos, cubiertas enteras por plástico; tal y como asegura Médicos sin fronteras.

Recientemente se está trasladando a los rohingyas a una isla del Golfo de Bengala, Bhasan Char, que hasta ahora estaba deshabitada. Muchas organizaciones de derechos humanos han criticado esta reubicación ya que la isla, que surgió hace veinte años, tiene un riesgo constante de inundacio

El Gobierno de Bangladesh ya anunció este plan en 2017 como una necesidad para vaciar los campos de refugiados que llegaron a albergar a 738.000 rohingyas. Sin embargo, aseguran que el traslado es voluntario, aunque los primeros que llegaron en diciembre de 2020 denunciaron haber sido coaccionados, según asegura France24.

Sin embargo, a esas precarias condiciones de vida hay que sumarle la llegada del monzón asiático. Los refugios son tan delicados que pueden no resistir las lluvias torrenciales y los fuertes vientos. Las viviendas están construidas a base de palos de bambú atrancados en la tierra y finos tallos tejidos, cubiertas enteras por plástico; tal y como asegura Médicos sin fronteras.

Recientemente se está trasladando a los rohingyas a una isla del Golfo de Bengala, Bhasan Char, que hasta ahora estaba deshabitada. Muchas organizaciones de derechos humanos han criticado esta reubicación ya que la isla, que surgió hace veinte años, tiene un riesgo constante de inundaciones.

El Gobierno de Bangladesh ya anunció este plan en 2017 como una necesidad para vaciar los campos de refugiados que llegaron a albergar a 738.000 rohingyas. Sin embargo, aseguran que el traslado es voluntario, aunque los primeros que llegaron en diciembre de 2020 denunciaron haber sido coaccionados, según asegura France24.

Sin embargo, a esas precarias condiciones de vida hay que sumarle la llegada del monzón asiático. Los refugios son tan delicados que pueden no resistir las lluvias torrenciales y los fuertes vientos. Las viviendas están construidas a base de palos de bambú atrancados en la tierra y finos tallos tejidos, cubiertas enteras por plástico; tal y como asegura Médicos sin fronteras.

Recientemente se está trasladando a los rohingyas a una isla del Golfo de Bengala, Bhasan Char, que hasta ahora estaba deshabitada. Muchas organizaciones de derechos humanos han criticado esta reubicación ya que la isla, que surgió hace veinte años, tiene un riesgo constante de inundaciones.

El Gobierno de Bangladesh ya anunció este plan en 2017 como una necesidad para vaciar los campos de refugiados que llegaron a albergar a 738.000 rohingyas. Sin embargo, aseguran que el traslado es voluntario, aunque los primeros que llegaron en diciembre de 2020 denunciaron haber sido coaccionados, según asegura France24.

Sin embargo, a esas precarias condiciones de vida hay que sumarle la llegada del monzón asiático. Los refugios son tan delicados que pueden no resistir las lluvias torrenciales y los fuertes vientos. Las viviendas están construidas a base de palos de bambú atrancados en la tierra y finos tallos tejidos, cubiertas enteras por plástico; tal y como asegura Médicos sin fronteras.

Recientemente se está trasladando a los rohingyas a una isla del Golfo de Bengala, Bhasan Char, que hasta ahora estaba deshabitada. Muchas organizaciones de derechos humanos han criticado esta reubicación ya que la isla, que surgió hace veinte años, tiene un riesgo constante de inundaciones.

El Gobierno de Bangladesh ya anunció este plan en 2017 como una necesidad para vaciar los campos de refugiados que llegaron a albergar a 738.000 rohingyas. Sin embargo, aseguran que el traslado es voluntario, aunque los primeros que llegaron en diciembre de 2020 denunciaron haber sido coaccionados, según asegura France24.

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