Maria Pereiras
El pasado lunes 7 de abril, el presidente estadounidense, Donald Trump anunció que las discusiones nucleares con Irán se renovarían el próximo sábado durante una reunión celebrada en Omán. Este encuentro hace referencia al objetivo declarado de evitar el desarrollo de armas nucleares por parte de Teherán.
Ya en 2015, bajo la presidencia de Barack Obama se firmó un acuerdo conocido como el Plan de Acción Integral Conjunto entre Irán y algunas grandes potencias internacionales como los cinco miembros de seguridad de la ONU además de países como Alemania cuyo objetivo era frenar el programa nuclear de Irán a cambio de un levantamiento progresivo de las sanciones internacionales que frenaban la economía iraní. Sin embargo, países como Israel y Arabia Saudita criticaron que el acuerdo no abordaba cuestiones clave como el programa de misiles balísticos de Irán o su apoyo a grupos como Hezbollah o Hamas. Más adelante, durante la primera legislatura de Trump, Estados Unidos decidió retirarse de este acuerdo, argumentando que el acuerdo no restringía suficientemente el programa de misiles iraní a largo plazo.
Recientemente, con Trump al inicio de su segunda legislatura, se retomarán las negociaciones respectivas a este acuerdo especialmente tras conocer la nueva capacidad de desarrollo nuclear por parte de Irán, quien está empezando a enriquecer Uranio al 60%, cerca de la pureza necesaria para producir material fisible para una bomba nuclear. Trump ha recalcado que se tratarán de conversaciones “directas”, sin embargo, Irán ha contradicho este mensaje, señalando que se llevarán a cabo a través de un mediador en Omán. El ministro de Relaciones Exteriores iraní, Abbas Araghchi, enfatizó que su país participaría únicamente en negociaciones indirectas a causa de la oposición del líder supremo, el ayatolá Ali Khamenei, a un diálogo directo con Estados Unidos. Además el presidente estadounidense ha afirmado que este nuevo acuerdo será “mucho más duro” involucrando acciones como el desmantelamiento completo del programa nuclear de Irán, la eliminación de misiles balísticos o el apoyo a grupos como Hezbollah o Hamas.
Irán por otra parte insiste en que su programa nuclear tiene fines pacíficos y su desarrollo contribuiría a disminuir su vulnerabilidad ante Israel por lo que no es conveniente renunciar a estos recursos ya que se vería reducida su seguridad nacional, según declara Teherán. Por lo tanto, nos encontramos ante unas negociaciones extremadamente complejas por el choque de intereses de ambos países. Por una parte, Estados Unidos, parece mantener una postura fija respecto a la desmantelación nuclear mientras que Irán se niega a retroceder por temor a una posible reacción israelí.
Tita Parsi, analista experto en el tema, advierte acerca del posible fracaso en las negociaciones acerca del desmantelamiento iraní. Sin embargo existe la posibilidad de enfocarse en un acuerdo relativo a la no proliferación nuclear evitando una destrucción completa del programa dejando paso a la diplomacia.