“No me preocupa porque sé que tarde o temprano tendré que dejarlo” “No voy a estar con cuarenta años, y todavía fumando porros” “La marihuana no es adictiva, es un relajante que además tiene facultades terapéuticas” “Yo controlo”; estas son algunas de las frases que más he oído a lo largo de mi vida, cuando he discutido con alguna persona que consumía alguna sustancia nociva y adictiva. Se trata de frases que denotan una, cuanto menos curiosa, despreocupación con respecto a un tema que hoy día se ha convertido en algo bastante generalizado; y que gracias a las redes y a Internet, es muy fácil conocer las posibles consecuencias del consumo de drogas, con algunos casos verdaderamente terribles.
Cuando hablamos de adicciones, entendemos la dificultad de un usuario para dejar de utilizar cierto objeto o parar cierto comportamiento de forma voluntaria. Pero si ahondamos más en el asunto, empezaríamos por la semilla del problema, que es la tentación. La necesidad de lograr algo para hacernos sentir mejor es alentado por la tentación, sentimiento muy difícil de controlar aunque la droga o sustancia nos esté causando daño.
Cuando la gente empieza a consumir drogas, no planean convertirse en adictos; simplemente les gusta la sustancia debido a lo bien que les hace sentir. Estas personas creen que pueden controlar el tiempo que dedican a este consumo; sin embargo, es la sustancia la que, poco a poco, va dominando la voluntad del usuario, y va acostumbrando su cuerpo para que la tentación, o un simple “porque me apetece” se convierta en “porque lo necesito”, provocando una unión con la droga para poder sentirse normal. Esto es la adicción, algo que puede condicionar y controlar la vida de una persona.
La adicción puede conseguir que la necesidad de una sustancia sea más vital que dormir o incluso comer. Se trata de una enfermedad mental, pues las drogas cambian el funcionamiento del cerebro, cambios que pueden permanecer durante mucho tiempo y causan problemas psicológicos, cambios de humor, pérdida de memoria o incluso imposibilitar la toma de decisiones. No se trata solo de una debilidad en el carácter, pues personas de todos los orígenes, ya sean pobres o ricos, o de cualquier cultura, pueden llegar a ser adictos. Lo que suele coincidir en todos los casos es la edad a la que empieza a darse lugar, siendo las personas jóvenes, adolescentes, las más propensas a caer en estas prácticas.
El estudio de la adicción a las drogas comenzó en el año 1930; cuando los científicos quisieron desentrañar la relación de estas sustancias en relación a las creencias mitológicas o religiosas del pasado. Hasta que la adicción pudo ser tratada; el drogadicto era símbolo de fracaso, de carencia moral y falta de voluntad; más que verse como problema sanitario. Aunque esto ha cambiado, hoy día sigue siendo un gran problema a la hora de socializarse; las adicciones están relacionadas a un debilidad en el carácter, y este tipo de problemas son muy criticados y ninguneados por nuestra sociedad.
Es importante comprender que estas personas están enfermas; lo que empieza como un simple juego, o un simple medio de relajación, o incluso una necesidad de formar parte, llega a convertirse en dueño de nuestra voluntad, de nuestra conciencia, y nos controla por completo. Concienciar sobre todo a nuestros jóvenes con respecto a este tema es una prioridad que no solo evitará desgracias para ellos, sino que también ahorrará preocupación y sufrimiento a sus familiares y seres queridos.
Para entender mejor todo esto, contamos con la experiencia laboral del Director General de la asociación Proyecto Hombre, Francisco Recio, quien respondió algunas de nuestras preguntas, y así adentrarnos un poco más en el mundo de las adicciones.
- Muy buenas, Sr. Francisco. Un poco para empezar, ¿Cuál sería la causa base de cualquier adicción?
Es una pregunta complicada; la causa base de cualquier adicción, para nosotros, radica en la persona. Nosotros en el planteamiento que hacemos global, después de 30 años trabajando con problemas de adicción, señalamos que el problema no está en la sustancia, sino en la persona. Hay personas que consumen alcohol, y no son adictas; y hay personas que lo consumen, y son adictas. Si hablamos de las causas, hay causas de tipo genético, hay causas de tipo ambiental, familiar, psicológico, incluso biológico; es decir, las causas son múltiples, y digamos que las más importantes son las que tienen una procedencia social, por la influencia que tienen sobre el individuo pues las costumbres, los modos de vida; y en este caso concreto, el consumo de sustancias adictivas, la percepción del riesgo que hay a nivel social en España.
- Como bien ha dicho, algunas causas son psicológicas. En ese caso, ¿cuáles son las características de una persona adicta?
Pues normalmente las personas con alguna adicción son personas inseguras, con problemas de autoestima, con bajo refuerzo frente a las frustraciones. Se trata de personas que cuando tienen problemas en sus vidas, tienden a apoyarse en algo o en alguien como solución para salir adelante. Esas personas bajan sus defensas frente a las frustraciones, tienen poca fortaleza frente a las dificultades de la vida. Aquí también incluyo, no solo las sustancias, sino también las dependencias emocionales de una persona con respecto a otra, adicción que también entra en juego en este tema.
- Y en casos por ejemplo, como en Wall Street, donde algunos economistas usan drogas para reforzar ciertas capacidades, la dependencia va más allá de la necesidad emocional, se trata de una “ayuda laboral”. ¿De qué clase de dependencia hablamos a este respecto?
Bueno, digamos que las personas que consumen este tipo de sustancias, en general, no tiene por qué tener un problema de adicción. En el caso que me dices de Wall Street, es muy cierto que hay personas que lo justifican en base a que su rendimiento profesional se amplía, se sienten mucho más capaces físicamente de aguantar largas jornadas de trabajo y fuerte estrés. Pero también en el mundo juvenil hay personas que toman alcohol para desinhibirse y poder establecer relaciones sociales de una forma más fácil, porque ellos, y ellas, se sienten incapaces de establecer esas relaciones sin un pequeño empuje. En este mundo de las adicciones hay varias fases, siendo la adicción la última de ellas; existe una fase previa de consumo, después una fase de abuso, en el caso de alcohol pues hablaríamos de las borracheras continuadas; y la tercera ya sí sería la adicción, esa necesidad por sustancias que ayuden a seguir adelante.
- Para terminar, Sr. Francisco, hablando de las fases, ¿dónde estaría el paso entre el simple consumo, y la creación de una dependencia?
Pues el paso no está identificado. Quiero decir, no hay una relación directa entre el tiempo de consumo, ni la cantidad de consumo. Hay personas que consumen durante toda su vida, y no llegan a ser adictos; eso sí, algunos de sus órganos acaban destrozados. Sin embargo hay otras personas que consumen menos, pero que necesitan imperiosamente esas dosis para sentirse bien; ocurre tanto con el alcohol, como con el cannabis, la cocaína, así como ciertos fármacos con los que la población femenina hace un uso desorbitado alarmante; hablamos de ansiolíticos, tranquilizantes, antidepresivos… Pero si me preguntas dónde está el límite, depende de la persona; el límite no está fijado a priori. Lo que sí puede decirte con seguridad es que la adicción no depende de la voluntad de la persona, esta es adicta sin quererlo; es el abuso y el consumo lo que sí que depende de la voluntad.
Jaime Iglesias Martín / Foto: Flickr.