Autoconocimiento: Superpoderes y Criptonitas

En un universo en el que hay más galaxias que personas, el mejor viaje es el interior.

Cuando alguien nos pide que nos definamos a nosotros mismos, solemos sentimos incómodos y nos cuesta decidir cuales consideramos que son nuestras virtudes y nuestros defectos. Solemos preferir que nos definan los demás, no queremos asumir esa responsabilidad.

Dejamos descuidado algo tan importante… Preferimos pensar que lo que nos ocurre, sobre todo lo malo, es debido a las decisiones que toman los demás: Si no hay responsabilidad, no hay culpabilidad.

Pero la vida nos pone a prueba cada minuto y conocer bien nuestras aptitudes, nuestras emociones y saber gestionarlas, son las claves del éxito. Asumir el error es el único camino del aprendizaje.

Lo comprendí hace años, cuando tuve una experiencia cercana a la muerte y me vi obligada a permanecer un año aislada del mundo para poder recuperarme. En ese periodo de tiempo, y con la imaginación de los nueve años, descubrí que tenía “Superpoderes”: que podía hacer algunas cosas mejor o de forma diferente a los demás, pero que también tenía algunas “Criptonitas” que me paralizaban.

Cuando volví al colegio observé, con cierta decepción, que los demás niños también tenían tanto “Superpoderes” como “Criptonitas”, aunque de forma distinta a la mía. Pero hubo algo que me llamó mucho la atención: la mayoría de ellos no eran conscientes de que los tenían. Así que intenté dejar de ser la niña repelente que hablada de cosas “un tanto extrañas”.

Por fortuna, poco tiempo más tarde descubrí la clave del autoconocimiento donde menos lo esperaba: En un cómic, cuando Tío Ben le dice a Spiderman “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”.

¡Claro! ¡Ese era el secreto! Solamente cuando decidimos enfrentarnos a nosotros mismos, a tomar conciencia de nuestras emociones, de nuestros potenciales y de nuestras debilidades, podemos asumir la responsabilidad de llevar las riendas de nuestra vida.

Ese es el verdadero reto, el viaje que un día u otro todos debemos emprender. El mejor viaje que puede realizar el ser humano, aunque en ocasiones resulte una verdadera Odisea…

Homero, que vivió hacia el año 750 a.C., ya conocía las nueve emociones básicas y las plasmó en “La Odisea”. Ulises hizo un viaje a través de sus emociones hasta encontrarse consigo mismo (Ítaca). Por eso el gran poeta Kavafis escribió:

«Cuando emprendas tu viaje hacía Ítaca debes rogar que el viaje sea largo,  lleno de peripecias, lleno de experiencias”…

Montse Martínez. Formadora de Comunicación e Inteligencia Emocional.