Día de reflexión en Butarque por el duro golpe que significa perder ante un rival directo por la salvación. El Sporting que llegaba a Leganés con la presión de ganar o hundirse. Se encontraban a 5 puntos de los madrileños, equipo que marca el límite entre la permanencia y el descenso.
Ambos comenzaban el partido midiendo mucho sus actuaciones, intentando evitar un error que les condenara, sabiendo la importancia del encuentro. El Leganés era quien lo intentaba, fue el único que se acercó con peligro a la portería de su rival, Guerrero y Alberto Bueno, que jugaba su primer partido con los pepineros, tuvieron dos ocasiones que podrían haber abierto el marcador, ambos de remates de cabeza. Por su parte los rojiblancos no molestaron a Herrerín y sacaban de quicio a la grada con sus continuas perdidas de tiempo.
En la segunda mitad, y viendo que todo seguía igual, Rubí fue quien supo gestionar mejor los cambios, sobretodo con la entrada de Burgui, el jugador cedido por el Real Madrid fue un constante dolor de cabeza para Bustinza en la banda derecha. Él dio la asistencia en el primer gol tras un saque de esquina que remató Canella, un disparo raso ayudado por una mala parada de Herrerín se colaba en la portería.
Con la presión que supone estar en los puestos bajos de la clasificación y los 12 partidos que lleva sin conseguir la victoria hizo mella en la moral de los madrileños que se dejaron llevar a costa del Sporting hasta el final del partido, Burgui volvía a ser decisivo marcando un gol con protagonista, esta vez, de su marcador, Bustinza, que resbalaba en un momento inoportuno dejando vía libre al extremo para batir a Herrerín. Celebración abrazando a la afición, muestra de la necesidad de victoria que tenían los gijoneses, que vuelven a encontrar la fe en un equipo que parecía sentenciado al descenso.