Artículo publicado en La Razón.es
Es la manera de diferenciar la política interna y los asuntos internacionales en Estados Unidos. Los impuestos, el Obamacare, los elevados estándares en educación, las protestas ciudadanas, las tensiones raciales. Frente a la concepción de la seguridad global, los acuerdos comerciales, la expansión de los valores democráticos. La luz de “la ciudad sobre la colina” del sermón del reverendo Winthrop a los primeros colonos, alumbrando a los americanos y al mundo, desde América.
Históricamente, el desarrollo coherente de la política interna y la exterior no ha resultado sencillo. Johnson bombardeaba sin descanso Vietnam y ejercía como policía del mundo libre en los años 60, mientras escuchaba las protestas de millones de ciudadanos reclamando derechos civiles y libertades. Reagan consiguió establecer con éxito una doctrina liberal conservadora rígida orientada hacia los dos escenarios, que concluyó con una profunda brecha interna y el logro del final del comunismo totalitario. Su sucesor, Bush, pagó en las urnas el descontento de las clases medias con la economía ultraliberal, aunque puso los cimientos de la transición hacia el nuevo orden global.
A la espera de que Donald Trump consiga un equipo de asesores que sea capaz de armonizar la inconsistencia del principio del América First con el entramado global de compromisos, retos y amenazas, la política exterior de Estados Unidos pasa por un momento de indefinición, cuya única estrategia parece consistir en deshacer los avances de la administración Obama, en la construcción de una superpotencia que equilibre los valores de la diplomacia, el respeto a la diversidad y el medioambiente con la seguridad y la expansión económica.
Así las cosas, Trump baila con los saudíes, coquetea con los rusos, cierra las puertas a una nueva relación con Cuba y ningunea a los europeos como si estuviera disfrutando de un crucero por un mundo ajeno y desconocido en un viaje de negocio y placer. En Twitter nos da cuenta de sus impresiones sobre cada visita. Y desvía la atención de la opinión pública de las investigaciones a las que está siendo sometido por las instituciones de su país.
En el lobby del Trump Washington International de la capital se reúnen estos días los diplomáticos e intermediadores de los intereses de América y el mundo. Intentando encontrar una cita con alguien que les explique por dónde van los tiros del Presidente. Pero el Trump Hotel no es ninguna “ciudad sobre la colina”, que alumbre al mundo del año 2017. Ni los mensajes del reverendo Trump en Twitter, son tan inspiradores como lo fueron los de Wintrhop.