Son muchos los ámbitos en los que incluso a día de hoy el papel de la mujer parece ser secundario al del hombre. Por arcaico que nos pueda parecer a muchos, el machismo está aún muy presente en sociedades “modernas” como la nuestra. Razón por la cual, a pesar de ser muchas las mujeres que hacen coberturas en zonas de conflicto, son los nombres de aquellos reporteros masculinos los que adquieren más difusión; “nuestra visibilidad es peor” nos decía la reportera Judith Prat, freelance y autora del corto documental sobre el grupo terrorista Boko Haram “Una guerra contra ellas”. Ayer 28 de septiembre se celebró en el Auditorio A de nuestra universidad, la VIII Jornada de Periodismo al Límite, en la que figuras notables del periodismo de guerra; como la propia Judith Prat o Cristina Sánchez del programa Países en Conflicto de RNE, compartían su rica experiencia con los que estábamos allí presentes.
La charla dio comienzo con las debidas presentaciones de estas dos figuras y con la visualización del corto documental, que es fruto del trabajo de J. Prat en Nigeria. “Una guerra contra ellas”, recoge imágenes cotidianas de las condiciones de vida en este país, además de incluir declaraciones de mujeres que habían sido secuestradas por Boko Haram. Estas mujeres, muchas muy jóvenes, fueron ocultadas en lugares remotos como el bosque de Sambisa; donde en 2015, 700 mujeres y niños fueron rescatados. Las condiciones a las que estas mujeres eran sometidas son deplorables: sin apenas nada que comer y teniendo que excavar la tierra para conseguir algo de agua (sucia) para beber, golpeadas por no llevar el hijab y un largo etcétera de atrocidades. Una joven nos contaba que dio a luz mientras estaba secuestrada y que no pudo amamantar bien a su recién nacida consecuencia de las heridas que tenía en los pechos, que supuraban y no cicatrizaban por carencia de medicinas. Muchas de estas mujeres son VIH positivo y están embarazadas; una de las principales activistas nigerianas de #Bringbackourgirls explicaba como una mujer había sido masacrada en medio del parto, estando la criatura a medio salir. Asimismo, esta mujer nos explicaba con la fuerza y seguridad que manifiestan todas estas mujeres, que compartían sus estremecedoras vivencias sin derramar una sola lágrima; que las prioridades para tratar de acabar con Boko Haram (que significa educación occidental está prohibida) son acabar con su abastecimiento económico y de armas, las cuales no provienen de la nación, pues Nigeria no fabrica armas. Son ya 5.500 personas asesinadas por Boko Haram y 2.000 niñas y mujeres secuestradas desde abril de 2014.
Las dos ponentes nos explicaban que no es casualidad que en todos aquellos países en conflicto, independientemente de la religión y la cultura, tenga lugar una violencia planificada y característica hacia la mujer y es que la “violencia contra la mujer es un arma de guerra”. Atacando a la mujer se hace daño a la sociedad, pues ellas son los motores de cambio y son el núcleo de las familias que son destruidas a través de este tipo de violencia. Cristina Sanchez nos aclaraba que aunque el desprecio a la mujer se suela atribuir a culturas islámicas esto no siempre es así; por ejemplo en Guatemala, un país cristiano, las mujeres son “violentadas y asesinadas solamente por el hecho de serlo”. Mientras hacía la cobertura de esta infausta realidad, tuvo que vendarse los ojos para llegar a la localización de estás mujeres, que debía permanecer en secreto porque los hombres trataban de llegar a allí solo para matarlas.
“Las mujeres tienen voz y no las escuchamos” decía Cristina Sánchez, que en su programa persigue el objetivo de que sean las mujeres las que protagonizan sus informaciones. Tanto Cristina Sánchez como Judith Prat, defendían que “el relato de un conflicto está incompleto sin la opinión de las mujeres”. No se trata solo de exponer la victimización a la que son sometidas las mujeres, sino dejar que sean ellas las que nos cuenten lo está ocurriendo; “no hay que dar voz a las mujeres, las mujeres tenemos voz sin que nadie nos la de y cuando se les permite hablar dan su opinión y muchas veces sin que se les permita, aunque eso implique jugarse el tipo”. C. Sánchez y J. Prat son dos periodistas que abogan por ser el altavoz que difunda las historias de estas mujeres.
Otro tema que se abordó es la sexualización de figuras femeninas en temas de conflictos, como es el caso de Asia Ramadan Antar, miembro de Unidades Femeninas de Protección kurdas que murió luchando contra ISIS; la noticia que informaba de este hecho tenía como titular: “Muere la ‘Angelina Jolie kurda’ luchando contra el ISIS”, el cual menosprecia la causa por la que esta joven luchaba y que la llevo a su muerte por el simple hecho de parecerse a la estrella de Hollywood.
Cristina Sanchez, compartió con nosotros la historia de una mujer afgana llamada Mina, cuyo relato de su vida, le permitió contar 40 años del conflicto en Afganistán. Mina, como muchas mujeres fue casada por conveniencia; como consecuencia del violento conflicto, su marido perdió una pierna por lo que se vio obligada a mendigar para conseguir sustento para él y sus hijos. Hasta que un día al volver a casa, no había una casa y una familia a los que volver, pues su marido y sus tres hijos habían sido asesinados. En Afganistán, debido al control talibán, no está permitido que una mujer salga sola; Mina se había quedado viuda y estaba sola, en Afganistán una viuda desaparece, no es nada. Para sobrevivir Mina salía a escondidas de noche, cubierta por un burka rebuscando entre la basura algo que llevarse a la boca. Una de las justificaciones de los estadounidenses para invadir Afganistán, era la “liberación de la mujer afgana”; no obstante, no crearon ningún tipo de amparo para mujeres como Mina. Por desgracia, es un hecho que los intereses internacionales y geoestratégicos están por encima de los civiles, casos como el de Mina son la prueba de ello. Mina le decía a C. Sánchez: “Lo peor de todo es ver a los asesinos de mis hijos en el parlamento allí donde vosotros los habéis sentado”.
Fueron muchas las cuestiones que las experiencias de estas dos periodistas evocaron en todos los que asistimos a la conferencia; sin lugar a dudas, una experiencia enriquecedora para todos aquellos interesados en el periodismo, concretamente en el reporterismo de zonas de conflicto y una gran inspiración para las mujeres que quieran formar parte de esa lucha por la justicia y por que se oiga la voz de las mujeres del mundo.
Liam Alexandra Aronow
Twitter: @liam_alexandra