El académico y novelista, Luis Mateo Diez, estuvo en un encuentro con los alumnos de la Facultad de Artes y Comunicación de la UEM. El objetivo no era otro que contar su experiencia narrativa a los presentes, «escribir es contar la vida. Yo escribo para contar mi vida», comenzó su alegato. En esta charla habló de su experiencia describiendo cada una de sus etapas de la vida y de la importancia que han tenido para él en su literatura.

En la infancia, relató como él se consideró así como un »niño escritor», ya que »lo único que hacía era escribir y dejar todo lo demás de lado, haciendo que naciera en él fascinación,  las leyendas, las historias, las fábulas y los cuentos que le contaban». Recalca la »suerte que tuvo de haber nacido en un territorio donde pervivía mucho la tradición oral y había una memoria de lo que eran los géneros populares», dijo.   Partiendo de esa fascinación por las fábulas, empezó a crear mundo imaginarios y a escribirlos.

La adolescencia la describió su edad favorita, aunque sea la más difícil de todas las etapas, puesto que »se sabe que se ha perdido algo (la infancia) pero todavía no se ha ganado nada». Para Luis Mateo,  adolescencia es la edad más, ya que el desconcierto y los sentimientos a flor de piel característicos de dicha edad, sirven a la literatura como modo de vía de escape de todos estos sentimientos contradictorios. Añade, que a casi todos sus libros le gusta añadirle personajes que estén en esta etapa. Como él mismo reconoce le gustan los personajes perdidos y desconcertados.

En cuanto a la actualidad,  se siente como un »hombre desconcertado», abrumado por »tanta tecnología y tanta ‘evolución’, que nos aleja de la realidad».  Elegiría a tres novelas para describir el siglo XX y el principio del siglo XXI: ·La metamorfosis, de Kafka (El ser humano pierde su identidad y se convierte en un monstruo)

·El desierto de los Tártaros, de Dino Buzzati (El ser humano vive en una continua tensión esperando al enemigo en un mundo perdido)

·El extranjero, de Albert Camus ( La historia de un hombre perdido en una playa desierta).

Concluyó la enumeración y explicación de los tres elementos fundamentales para un escritor a la hora de escribir una obra: la imaginación, la palabra y la memoria.

El escritor, original de León,estudió Derecho en Oviedo y en Madrid, y más tarde pasó a formar parte del Cuerpo de Técnicos de Administración General del Ayuntamiento de Madrid. Desde entonces, reside  en la capital, donde está felizmente casado y con dos hijos, además de contar con la oficina de creación literaria. En 1972 empezó a publicar sus primeros poemas, además de participar como redactor en la revista Claraboya.

Su literatura ha sido calificada de trascendencia universal, sus obras traducidas a numerosas lenguas (La fuente de la edad, La ruina del cielo, El paraíso de los mortales) y su prestigio literario ha ido creciendo hasta ser considerado uno de los literatos más importantes de la lengua española de los últimos 50 años y ocupar la silla »I» de la Real Academia Española. Además ha sido premiado en numerosas ocasiones con premios como el Premio Café Gijón en 1972, Premio de la Crítica en 1986 y 1999, Premio Nacional de  Narrativa en 1987, Premio Castilla y León de las Letras en el 2000, Premio Nacional de Narrativa también en el año 2000 y el Premio Francisco Umbral a mejor libro en 2012.

Sara Beneyto