La crisis económica que está padeciendo nuestro país ha hecho retornar a mucha gente a hábitos que se pensaban ya olvidados en relación a sus periodos vacacionales. Así, han quedado lejos los viajes transoceánicos para la mayoría y las dos semanas de rigor en destinos de «todo incluido». Al contrario, cada vez son más las personas que han vuelto sus ojos a los pueblos de la familia para pasar unos días tranquilos.
Efectivamente, la casa que muchas familias tienen en el pueblo, y que hasta hace unos años era sistemáticamente evitada en los meses de julio y agosto, se ha convertido en el gran salvavidas para mucha gente que la contempla como la única posibilidad de aprovechar su periodo vacacional en un ambiente diferente del habitual debido a las estrecheces económicas.
Y son las fiestas patronales el momento elegido por la mayoría para pasarse por el pueblo o la pequeña villa. De hecho, estos acontecimientos se están poniendo cada vez más de moda en ciertos ambientes urbanos, que buscan una vuelta a la normalidad y a las raíces y la pueden encontrar en este tipo de celebraciones tradicionales.
Por ello, no es de extrañar que cada vez más y más peñas y cuadrillas de amigos se acerquen a pequeños lugares y pueblos, e incluso alquilen un autobús, para poder disfrutar del ambiente único de las fiestas patronales, que tan abundantes son ahora en agosto. El ambiente por la calles, la sana forma de divertirse, alejada de lujos y «postureo», y un tono festivo que dura todo el día, y no solamente las noches en los bares, son lo que más atraen a esos grupos de amigos.
Ya se está produciendo la operación salida para las fiestas de agosto y este año parece que va a ser más intensa y divertida que nunca.
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