Smartwatch. Sí, ¿quién no conoce ya esta palabra incluida en la jerga tecnológica española? Todo indica que nos estamos convirtiendo en políglotas. Primero fueron los smartphones; después, las tablets y, ahora, los smartwatch. En menos de dos meses, este vocablo se ha convertido en el regalo estrella de estas navidades.
Pero, ¿qué es exactamente un smartwatch? Un reloj que no sólo da la hora. Tiene conexión a internet, lo que permite tener al alcance de tu muñeca toda la información pertinente sobre cualquier tema, a parte de poder realizar llamadas, escuchar música o contar las calorías quemadas tras terminar tu footing diario. Vamos, que lo menos importante es saber en qué día vivimos y la hora en la que estamos.
Diseño no le falta; precio, tampoco. Muchas son las marcas, desde Samsung hasta Apple, que se atreven a sacar este novedoso reloj al mercado. Pero este lanzamiento va más allá. Abre un debate que deja ver el ritmo tecnológico de velocidad de crucero existente en este sector. Tan sólo nos tenemos que remontar al fanatismo de los nuevos móviles. Un fanatismo tal vez no justificado: menos resistencia (todos recordamos el Nokia irrompible, incluso cuando se te caía desde un sexto piso), menos duración de batería (a penas un día, frente a los tres o cuatro de la generación antigua de telefonía móvil), una obsolescencia programada, con esperanza de vida de no más de dos años y un precio que te obliga a hipotecar parte de tus bienes. Que no quepa duda que con estos relojes pasará lo mismo.
Ya se conocen las características de estos. Una duración de batería que ronda desde las 24 horas hasta los 6 días en el mejor de los casos. Por ejemplo, de pasar esto con los relojes convenciones, los relojeros estarían de enhorabuena. Un cambio de pila cada par de días… Un precio que puede llegar hasta los 450 euros. Sí, y no estamos hablando de agujas de oro de cinco quilates. Y una funcionalidad relativa…
Es por ello por lo que se pone encima de la mesa la ansiedad y las ganas de presumir existentes a la hora de adquirir este tipo de aparatos electrónicos. Parece que si no disfrutas de uno de ellos, no perteneces al mundo de los humanos. Se trata de ir a la última. Pero a la última idea de las grandes marcas para lucrarse económicamente de los adeptos, sacando al mercado cada medio año la versión siguiente y “mejorada”, versión sin pequeños plugins que ralentizan el sistema operativo con cada actualización.
Reloj inteligente. Así es su traducción al español. Con esto, queda patente un aumento de intelecto en aparatos electrónicos y una clara y distinguida disminución del mismo en humanos.
Alex Costa/@alexcostaescure