#TodosconParís o #PrayforParis son los nuevos hashtags que se han impuesto en las redes sociales y han “tocado” los corazones de tanta gente como para molestarse en mencionarlo en alguna que otra ocasión en alguno de sus tuits diarios . Estas frases vienen a representar el apoyo, la solidaridad y empatía que el mundo quiere demostrar tener. Sin embargo, ¿a quién van dirigidos?
Los múltiples atentados terroristas que tuvieron lugar el pasado viernes 13 de noviembre en París, una de las ciudades más emblemáticas, ya se han cobrado129 vidas además de 352 heridos[1] . Se podría decir que la respuesta internacional de apoyo moral tanto de las potencias como de sus ciudadanos fue paralela al relato de los sucesos. Después de tres días del suceso, París sigue resonando en la radio, la televisión y periódicos. Por supuesto, las redes sociales no iban a ser menos. Con hashtags o frases de apoyo similares a los que he mencionado al comienzo, parece que el mundo se ha teñido de luto además de mostrar su “activa” lucha contra el terrorismo. Estamos ante una nueva prueba de algo que todos conocemos: el eurocentrismo. Este concepto que viene a significar que los europeos sólo miramos por y para los europeos va también acompañado de la hipocresía que, en este caso, no atañe únicamente a Europa sino que se trata de un vocablo que involucra de forma global a todo país y ciudadano. Antes de proseguir con el tema que da título a mi exposición, me gustaría hacer una pausa más extensa en el primer concepto.
El jueves pasado, sólo un día antes de que la masacre parisina ocurriera, otros eventos similares tenían lugar en la capital de Líbano: Beirut. La cifra de muertes se sitúa en 43 y la de heridos en 239[2]. La diferencia del impacto demográfico de ambos atentados inclina la balanzahacia el lado francés. Sin embargo, las cifras no son el motivo por el que Pray for Beirut tenga 2.120.000 resultados frente a la cifra desorbitada de 69.300.000 que Pray for Paris tiene si lo buscamos en Internet. Esto quiere decir que no solamente España se está centrando más en preocuparse por su vecino, sino que a nivel mundial, todo el mundo parece solidarizarse más con Francia. La excusa de la proximidad que he podido escuchar en algunos medios no tiene fundamentos sólidos. Entonces, ¿cuál puede ser el motivo que hace que la muerte de algunos sea más importante que otras? La respuesta reside en Europa. Francia es un país perteneciente no sólo al continente sino también a la comunidad europea, mientras que Líbano, además de estar fuera de ella, se encuentra en el Oriente Próximo, lugar en el que ISIS está causando los mayores estragos. Los orígenes de las personas que sufren las consecuencias del terrorismo también tienen una gran influencia sobre la atención internacional que recibiránpor parte de los medios de comunicación. Más nos vale tener como nacionalidad algún país que sea primera potencia mundial o que al menos pertenezca a la UE si queremos que los presidentes de los países “desarrollados” guarden un minuto de silencio.
Me gustaría recalcar también, que las sociedades occidentales, acompañadas y guiadas por los medios de comunicación, parecen interesarse únicamente por la región de Oriente Próximo para hablar del desarrollo del terrorismo más que del sufrimiento que las personas están padeciendo en zonas de guerra como Siria y que, sin duda, no es equiparable al caos producido en París. No quiero quitar importancia a lo sucedido en Francia, pero los franceses tienen la suerte de no tener que vivi considerando cada segundo, la posibilidad de morir.
Y aquí viene la hipocresía, actitud que parece consustancial al ser humano. El hecho de que las muertes en suelo francés tengan más importancia que las de Líbano me parece hipócrita. El apoyo mostrado a Francia por parte de las potencias me parece hipócrita. Los deseos de potencias como EEUU por que el terrorismo termine, cuando es uno de los países que más ha colaborado a su consolidación, me parece hipócrita.
Sin ir muy lejos, podemos recordar cómo la víctima de estos atentados, Francia, a mediados de octubre firmaba contratos estratégicos con Arabia Saudí después de haber hecho una “gira” parando también en Egipto y Jordania. Estos supuestos contratos estratégicos parecen casi inofensivos, pero como suele ocurrir el lenguaje es muy manipulado y, en este caso, “estratégico” no viene sino a significar que Francia suministraría cazabombarderos, misiles, portahelicópteros, equipos militares y demás a países como los anteriores mencionados[3]. Por suerte, de momento, estas armas proporcionadas por Francia aún no han acabado en manos de terroristas como ha ocurrido con el Estado Islámico (EI) cuando antes de ser lo que ahora es, Francia y otras potencias europeas incluyendo también a EEUU, les armaron e incluso entrenaron. Además, con la complicidad de estas potencias, los medios de comunicación nos querían hacer identificar a los “rebeldes sirios” con “manifestantes pacíficos”, pero ahora se han establecido como EI y el caos se ha desatado cuando debería haberlo hecho desde 2011 cuando las revoluciones árabes estallaron . A lo largo de la historia se han ido dando casos similares a este en el que Occidente intervenía y por su “mala gestión” el conflicto se acababa volviendo en contra suya como ha ocurrido con el EI. No se trata de que Francia por haber ayudado a armar al EI no tenga derecho a reclamar justicia por los atentados de la semana pasada, se trata de que nuestros gobiernos no sean tan hipócritas y pretendan hacernos creer que no sabían que las intenciones de los “rebeldes sirios” no eran buenas. Es hora de que Occidente deje de taparse los ojos para ser permisivo con sus gobernantes que, muy lejos de ser los santos que intentan aparentar ser, saben perfectamente lo que hacen, con quién y cómo. La ética parece no tener cabida en un escenario en el que todas las miradas se dirigen a Occidente haciendo caso omiso de las miles de víctimas de Oriente Próximo o África. Si nosotros no nos preocupamos por sus vidas, ¿por qué habrían ellos de solidarizarse con las nuestras?
Violeta Nanqi