El presidente ruso Vladímir Putin ha anunciado esta semana la retirada de gran parte de sus tropas sobre el terreno Sirio al considerar que “ya ha cumplido su misión”. Las fuerzas aérea rusas han estado especialmente activas durante los últimos seis meses y, por ello, han ejercido un apoyo decisivo sobre el avance militar del gobierno de Al Assad. La noticia ha sido recibida con cierto escepticismo por parte de algunos y esperanza por otros, pues representa un paso adelante hacia el fin de un conflicto que se ha cobrado la vida de casi 300.000 personas.
La decisión muestra que las conversaciones de paz de Ginebra, que dieron comienzo hace aproximadamente un mes gracias a la iniciativa de las Naciones Unidas, ya están dando sus frutos. Estas conversaciones buscan una solución al gobierno sirio, la reforma constitucional y negocian unas futuras elecciones en el país.
Aunque la retirada afecta al grueso de las tropas, las bases militares en el puerto de Tartus y en el aeropuerto de Jmeimim en Lakatia, “continuarán funcionando como antes y deben ser bien defendidas por tierra mar y aire”, informaba el presidente ruso. El viceministro de defensa, Nikolai Pankov, aclaraba que la presencia rusa permitirá seguir atacando las instalaciones de los terroristas y que la misión contará con unos 800 soldados.
Si bien existen avances en las negociaciones, éstas continúan siendo ciertamente abruptas. Recordemos que nos encontramos ante el tercer intento de negociaciones (Ginebra III) y que inicialmente tuvieron que ser suspendidas ante la intensificación de los combates en el terreno.
En la actualidad, las partes mantienen algunas “líneas rojas” ante las que no están dispuestas a ceder. Por su parte, Rusia ve imprescindible la presencia de los kurdos en las negociaciones y considera necesaria su participación en determinados asuntos. En cambio, el gobierno turco, piedra angular en el conflicto sirio, califica al PKK (Partido de los Trabajadores de Kurdistán) como grupo terrorista y se niega a permitir su participación en el proceso. Además, la tensión entre el gobierno sirio y turco es más que evidente y continúa rigiendo las relaciones entre ambos.
El Alto Comité para las Negociaciones (HNC), descarta cualquier posibilidad de mantener al actual presidente Al Assad en el gobierno, opción que parecía más aceptable para la contención del terrorismo islamista y la estabilización del país. En este sentido, el portavoz de la oposición siria, Salim al Muslat, dijo que “los que han cometido crímenes contra el pueblo sirio, como Al Assad, no pueden tener ningún papel, ni ahora ni en el futuro”. Al respecto, el Ministro de Exteriores sirio, amenazó con que abandonaría los diálogos de paz si Al Assad quedase fuera del proceso de transición política.
Los avances sobre las conversaciones de Ginebra se alcanzarán, por tanto, de manera paulatina. La multitud de facciones e intereses encontrados continúa siendo un importante inconveniente para la negociación. Debemos tener en cuenta que estos intereses abarcan cuestiones no sólo económicas sino también territoriales y de poder. Entre tanto, si hacemos balance de los casi seis años de guerra, vemos que 80.000 civiles han perdido la vida, entre los que se encuentran casi 14.000 niños a los que el futuro les