¿Nunca os habéis preguntado de dónde viene el poder de la música para transmitir emociones?
Es una cualidad que hace de la música un medio de comunicación mucho más completo en oca-siones que el propio lenguaje hablado o escrito, y que trasciende incluso los idiomas o las culturas.
Lo cierto es que en realidad la música, por emocionante que ésta sea, se puede explicar de una forma científica: una melodía y su acompañamiento son sin duda un fenómeno físico, una serie de sonidos que se van mezclando entre sí, y por tanto se pueden desglosar en ciertas combinaciones de frecuencias sonoras que, por un motivo u otro, en personas muy diferentes generan las mismas respuestas emocionales.
La labor del compositor consiste en conocer estas combinaciones de sonidos y las emociones que generan, y emplearlas en función del sentimiento que desean transmitir.
Es precisamente en el periodo del romanticismo musical, alrededor del siglo XIX, cuando se co-mienza a explotar de forma consciente el uso de la música con contenido emocional, encontrán-donos con melodías que son capaces de cambiar nuestro estado de ánimo casi en contra de nuestra voluntad. Melodías introspectivas, íntimas o melancólicas utilizarán determinados sonidos, mientras que las que desean transmitir alegría, jovialidad o energía, emplearán otros muy diferen-tes. Compositores como Tchaikowsky, Chopin o Beethoven son autores de este periodo que co-nocían bien este lenguaje. Escuchando su música nos damos cuenta de que está cargada de emociones de manera que, independientemente de que una composición determinada nos agrade más o menos, en rara ocasión nos deja indiferentes.
Esta cualidad de la música se advierte de forma muy intensa en las bandas sonoras de cine, donde la música es capaz de transmitirnos información más allá de lo que estamos viendo en la escena. Los compositores son capaces de emplear estos recursos completando la información que nos dan la imagen o los diálogos, permitiéndonos introducirnos en el interior de un personaje, captar de manera más profunda un paisaje, o incluso anticipar lo que va a ocurrir a continuación. En un medio como el cine el tiempo es un factor determinante a la hora de captar la atención del público: todo debe estar perfectamente medido para no resultar ni demasiado lento ni demasiado rápido, y poder contar con el potencial de la música para emplear este tipo de atajos a la hora de contar una historia es algo muy valioso.
Podemos decir que la música llega donde las palabras, e incluso las imágenes, no alcanzan.
Yrene Echeverría
Profesora de música y creadora de www.elviolin.com