Estoy segura de que hoy ya ha habido algo de música en tu vida. Está presente en todos los lugares y situaciones desde primera hora de la mañana. Probad a contar cuántos minutos pasan desde que te despiertas hasta que la música se mete de una u otra forma en tu vida. Pocos ¿verdad?. Algunos batimos el récord configurando la alarma del despertador para que suene con nuestra canción favorita y comenzar así un día repleto de música.

Pero ¿cuántas veces te has preguntado si tú podrías también hacer música? Seguro que más de uno ha fantaseado en alguna ocasión con ser capaz de tocar un instrumento, de cantar, de componer una melodía, en definitiva, de conmover a los demás con música creada por nosotros mismos. Parece algo tan lejano que dudamos si será para nosotros, si seremos capaces…

La repuesta siempre es sí. Todos podemos hacer música, y de hecho todos hacemos música en algún momento: cantamos, silbamos, elaboramos ritmos con las manos o los pies en algún instante de nuestra vida.

Y eso es lo bueno de la música: que todos tenemos un lugar dentro de ella. Algunos serán músicos profesionales, desde los renombrados artistas internacionales hasta los que se levantan cada mañana intentando hacer disfrutar a alguien con su música en plena calle, otros serán aficionados que descubrirán la cantidad de agrupaciones y coros amateurs que están deseando aumentar su número de intérpretes. Habrá quien se encargue de animar cada reunión de amigos o familiares  con sus interpretaciones. Otros se limitarán a tocar para sí mismos.

Pero todos, absolutamente todos, tenemos un lugar en la música.

No hace falta ser un renombrado concertista para disfrutar del placer de hacer y compartir música, y si no me creéis, os animo a que lo intentéis, a que os pongáis delante de algún instrumento e intentéis sacarle alguna nota musical, y os animo a que descubráis paso a paso lo placentero que puede llegar a ser crear música con tus propias manos. La magia de esas primeras notas interpretadas por nosotros mismos es algo indescriptible. Y lo mejor está aún por llegar, el camino lo va decidiendo cada uno, las metas y los objetivos se van definiendo a medida que avanzamos. ¿El límite? El que cada uno se quiera poner.

Porque siempre habrá un sitio para todo el mundo en la música.

Yrene Echeverría

Profesora de música y creadora de www.elviolin.com