Con el mismo entusiasmo que unos padres deciden el nombre que le pondrán a su hijo, estamos los meteorólogos tras la gran noticia que hemos recibido. Con motivo del Día Meteorológico Mundial del pasado 23 de marzo se han bautizado doce nuevos tipos de nubes. Esto no quiere decir que se hayan observado nubes nunca vistas hasta ahora, sino que se ha puesto nombre a algunas que ya existían.
La Organización Meteorológica Mundial ha actualizado el Atlas Internacional de las Nubes que databa de 1987. Han pasado treinta años desde la fecha, han llegado las nuevas tecnologías y gracias a los teléfonos móviles y a las cámaras de fotografía, y especialmente a la aparición de internet, todo el mundo ya puede observar nubes con formas desconocidas y con colores raros, compartiéndolas al instante a través de la red.
Entre todas las nubes que se han bautizado hay una que destaca por encima del resto: los cirrus homogenitus. Por el nombre será difícil que nos las podamos imaginar. Se trata de un tipo de nube que crea el hombre. ¿Cómo? A través de los aviones. Son las estelas de condensación. Debido al aumento del tráfico aéreo en todo el mundo y la implicación que pueden tener en la atmósfera terrestre, ya tienen categoría de nube.
La aparición de las estelas de condensación de los aviones nos da muchas pistas sobre las características de la atmósfera e incluso cómo puede evolucionar el tiempo. Que no veamos estelas es sinónimo de estabilidad. Cuando aparecen, quiere decir que a esa altitud hay mucha humedad o una temperatura muy fría, y el tiempo puede cambiar.
Solo hay una condición que se tiene que cumplir para que una estela sea considerada nube: que aguante diez minutos en el cielo. Si tras el avión la estela sigue ahí, ya estamos viendo una nube.
Marc Redondo es Meteorólogo