Alemania acabó con la samba que venía sonando desde hace días. Los dirigidos por Loachim Löw destruyeron los sueños de brasileños al ganarle a la verdeamarela 1-7, en un resultado apoteósico y humillante para los de casa.
Para unos una final adelantada, para otros un juego que podría mostrar las verdaderas fortalezas y debilidades de un equipo u otro. Y así fue. Nadie lo creía, mensajes y mensajes llegaban, todos se preguntaban si era verdad que Alemania, ya en el minuto 30 del partido ganaba con diferencia de cinco goles a una Brasil que vivía una verdadera pesadilla en casa.
Finalmente Alemania ganaba el pase a la final al llevarse el triunfo 7-1 ante una Brasil desdibujada, sumida en el schock cuando en seis minutos los alemanes de la mano del hombre récord, Miroslav Klose, bajo la batuta de Toni Kroos y Sami Khedira que dieron un juego impecable a lo que comienza a llamar el «tiki tanke», imponiendo el juego de una Alemania muy, muy fuerte.
Con la ausencia de Thiago Silva y Neymar, fueron una baja considerable que sumada al desorden en la defensa y la falta de creación, reflejaron una vez más las falencias del equipo dirigido por Felipe Scolari que ya había llegado con lo justo a esta fase de la competición, ganando a Chile y a Colombia; todo esto hizo de Brasil un coladero de oportunidades para Alemania y por más que lo intentó no pudo contener el ataque alemán que jugó a sus anchas.
En el minuto 11, Müller dijo una vez más presente en este mundial marcando el primer tanto del partido. 12 mintuos más tardes, llegaría la oportunidad para el hombre récord, para el nuevo pichichi de mundiales, Miroslav Klose quien puso el 2-0 en el marcador. Y lo que ya era un mal sueño se convertía en pesadilla y, en tan solo seis minutos, los alemanes brindaron un festival de jugadas que culminó con tres tantos más para los de Löw en el primer tiempo; Toni Kroos se iba con doblete y Khedira, quien destacó en ataque y conducción del encuentro, marcaba el quinto gol a Julio César, quien vio una vez más como era violentada su arquería.
Brasileños lloraban en las gradas y ya se daban por vencida, incluso los mismos jugadores. Salir a disputar el segundo tramo del encuentro fue un verdadero suplicio, pues porque muchos esperaban y pedían a Dios que no sucediera nada más. Sin embargo, André Shurrlé se convertía en el nuevo verdugo, y marcó dos más para la causa alemana. La incredulidad y el desconcierto se evidenciaba en cada gesto de jugadores, técnicos y aficionados, y es que hasta los mismos seguidores alemanes no creían lo que ocurría: Brasil, anfitriona y clara favorita de este mundial, se quedaba sin armas, no reaccionaba y se sumía en el más absoluto fracaso de su actuación.
Jeesid Giménez Alonzo
@chipja
