José Orgambide Bodega responde a nuestras preguntas con una sonrisa de resignación. En sus anchas espaldas, el deportista nacido en Fuenlabrada hace 27 años carga cerca de cuarenta horas de trabajo semanales como conductor de taxi, que compagina con sus estudios de Filología Inglesa y su pasión, el rugby. La Facultad de Ciencias Geológicas de la Universidad Complutense de Madrid, la selección de la UCM y el Olímpico Pozuelo Rugby de la División de Honor B, tienen la suerte de contar entre sus filas con el jugador de cerca de 1,85 de estatura y 110 kilos. El brillo en su mirada hace notable su amor por el rugby y la rabia de una dura trayectoria en la que, según explica, se ha tenido que “sacar las castañas del fuego”, en referencia a la falta de apoyos desde las instituciones.
Pregunta: ¿Cómo se descubre el rugby?
Respuesta: Lo conocí en la Universidad. Empecé a jugar hace dos años a nivel universitario. Todo viene a raíz de que vi algún partidillo que estaban jugando y, como siempre tuve curiosidad por este deporte, por ser una práctica de mucho contacto, pues decidí iniciarme en él. En mi primer año de carrera en la Universidad Complutense pregunté para intentar meterme en el equipo, pero me dijeron que en mi facultad, Filología, no había equipo. Un año después vi un cartel en la cafetería de la universidad para inscribirse al equipo de rugby de la misma y ahí empezó mi andadura con este deporte.
P: ¿Y engancha?
R: Sí. Al año siguiente, me fui a Escocia y fui a la Universidad de Edimburgo para jugar al rugby. Pasé las pruebas, pero debido a las altas tasas que tenía que pagar para entrar en el primer equipo, las cuales eran mayores a las que pagaba por jugar con mi equipo a nivel nacional, finalmente tomé la decisión de no jugar allí y acabé jugando en un equipo federado.
Cuando volví a España, fiché por un club de segunda nacional. A mi vuelta también decidí apuntarme al equipo de otra facultad con bastante más nivel. De hecho, a día de hoy vamos primeros en la liga. De ahí me cogió la selección de la Universidad Autónoma Carlos III. Jugamos en casa y cuando hay que desplazarse a la sierra, lo hacemos en nuestros coches. No invierten nada. Ellos pagan el árbitro, que no sé cómo lo pagarán, y no se preocupan de nada más.
P: ¿Desde la universidad se apoya la práctica del rugby?
R: Hemos tenido partidos en casa, con el equipo de la universidad, en los que hemos estado sin duchas porque las estaban reparando, pero terminas de jugar y no tienes dónde bañarte. Lo único en lo que nos apoyan con el equipo de la universidad es que nos dan un justificante para poder faltar a las clases. En el inter-facultades no y tienes que faltar para poder ir a los partidos, porque los ponen en horario lectivo. Difícilmente puedes burlar las clases para poder jugar.
A ver, al final lo que se aprovecha en la universidad es que tienes las instalaciones, es decir, los campos de rugby, y también la afluencia de mucha gente de diferentes estratos sociales que a lo mejor no han coincidido en un instituto. Encuentras gente de toda España, porque viene gente de todas las ciudades y provincias. Entonces la gente va probando y se va quedando y sacan equipos de rugby, pero no es porque la universidad fomente el tema del rugby o haga captaciones o promociones de su liga. Nada tiene que ver con las ligas típicas universitarias americanas. Todo eso es otro mundo. Aquí, o te sacas tú las castañas del fuego, o estás fuera.
P: Al menos, ¿las instalaciones son buenas?
R: Ellos no invierten dinero en las instalaciones, tampoco las cuidan mucho. Este año porque ha coincidido que han renovado el campo, pero ese campo llevará ahí quince o veinte años, así que tampoco ha sido algo habitual. Ha sido algo extraordinario, porque en ese campo ya no se ponía un pie. Igual que en Cantarranas, que es una fábrica de lesiones.
Nos ha pasado muchas veces que queríamos entrenar y no nos dejaban ningún campo. En Cantarranas está prohibido entrenar, solo se puede usar para partidos y para hacer festivales, claro, para eso sí se puede. Muchas veces no tenemos campos en los que entrenar y nos ha tocado colarnos a campos con algo de césped para poder entrenar. Nos han venido a echar los miembros de seguridad de las facultades, e incluso han llamado a la policía para que venga a echarnos. Así que al final, para entrenar, a veces hay que cometer hasta delito. La universidad no se involucra en nada.
P: Si desde la institución no se facilitan las instalaciones y, como dices, no se fomenta la práctica del rugby, ¿qué aportan al deportista?
R: Por ejemplo, en la selección de la Universidad Complutense, nos dan dos balones y nada más de material. Ni escudos para placajes, ni nada. Me parece bastante triste, pero bueno… Cuando tenemos que jugar fuera y hay que hacer desplazamientos, no te van a cubrir absolutamente nada. Te gastas en la gasolina y si no tienes coche, hay que buscarse las mañas para ir a Canto Blanco a jugar o a la Alfonso X ‘El Sabio’.
P: ¿Viste todos estos problemas en tu etapa en Edimburgo?
R: La diferencia entre el rugby español y el escocés es abismal. Parte de la base que cuando tenía una lesión en Escocia, nosotros teníamos nuestros fisios, que eran los mismos fisios de la selección escocesa de rugby. Nos atendían y te llevaban todo el tema de la recuperación y la rehabilitación. Aquí olvídate de eso. Aquí tienes un fisio que te venda algo antes de un partido o de algún modo puntual, pero solamente para antes del partido y eso solo lo tiene el equipo A del regional, el equipo B no tiene acceso a nada de eso.
La diferencia es abismal, sobre todo en los campos. Aquí casi todo es césped artificial porque el natural hay que darle mucho cuidado y supongo que les saldrá muy caro. En Escocia, los campos eran como alfombras.
P: Y ya la última. En España, ¿existe mucha diferencia entre el rugby universitario y el federado?
R: Con nuestro equipo federado, nosotros pagamos 350 euros de fichas al empezar el año y luego nos cubre todo. Por ejemplo, a Sevilla, vamos en ave. Todo eso lo cubre el club. En septiembre u octubre jugamos un amistoso en Donostia, en San Sebastián. El club nos puso autocar y nos dio noche, en bungalows de un camping.
El inter-universitario, el que juega liga con las selecciones, debería invertir más dinero y centrarse más en ayudar a los jugadores. Sobre todo cuando tengan lesiones, porque al final, estamos dando nuestra salud por ellos también, porque estamos representando a nuestra universidad. Ellos nos dan la camiseta y no nos dan pantalón, ni medias. Tenemos que pagarlo nosotros. Botas obviamente no te van a dar… Te dan la camiseta y a circular. No hay comparación.
Roberto Moreno @robertomoreno45