Las alarmas han saltado en Occidente. El virus del ébola llama a sus puertas con más de 4.000 muertes a su espalda; aunque no es sólo eso lo que carga esta nueva mutación del virus, sino la experiencia de haber sido retenido hasta en cuatro ocasiones más de expansión.
La primera fue en 1976, cuando la enfermedad se propagó por Sudán del Sur y la República Democrática del Congo; fue entonces cuando el virus se cobró 431 muertes de los 602 casos registrados de contagio.
Han pasado 38 años desde aquél primer brote de una enfermedad, en la época, desconocida. Parece ser que, a pesar de las investigaciones que se han llevado a cabo desde ese mismo año, aún no se ha podido descubrir una cura para este agente infeccioso que consiguió extenderse tres veces más en 1995, 2000 y 2009 cobrándose más de 200 muertes cada vez que se expandía frente a aproximadamente el doble de casos confirmados de contagio.
Las muertes en África nunca han tenido especial protagonismo entre la prensa internacional occidental, y menos atención merecen cuando se trata de muertes ocasionadas por una enfermedad que, aparentemente, no sobrepasa fronteras. Y es este uno de los elementos más importantes para que la historia se repita nuevamente en 2014; aunque esta vez sí sobre pasará límites impensables atemorizando a aquellos que alguna vez le dieron la espalda.
Todo empieza en Meliandou, un pueblo de la periferia de Guéckédou, al sur de Guinea. Émile, un niño de 2 años fallece el 6 de Diciembre con fiebre alta, vómitos y diarrea; no es extraño esto sino el hecho de que se repitan los síntomas y el fallecimiento en su madre, Sia; su abuela, Koumba; y su hermana de 3 años, Philoméne. Los ciudadanos de Meliandou especulan acerca de las causas de la maldición familiar que han sufrido las víctimas sin barajar la posibilidad del ébola; probablemente muchos de los ciudadanos del pueblo ni si quiera supieran de su existencia.
Es común en los entierros en África tener contacto con el muerto. Y así es como uno de los asistentes lleva consigo el virus hasta un pueblo cercano. Este foco secundario de ébola hace que en Febrero se haya extendido a Macenta, Nzérékoré y Kissidogou con la caracterización de “el peor brote de la historia”.
No obstante, no es hasta el mes de marzo cuando 111 casos y 79 muertes en el país empujan a Médicos sin Fronteras a alertar a la OMS de la situación. Por una vez la enfermedad ha adoptado un carácter internacional, global.
“El virus es el mismo que en los brotes anteriores de la República Democrática del Congo y Uganda” dice Ron Behrens, profesor de la London School of Higiene and Tropical Medicine (LSHTM), “incluso a nivel de ADN se trata del mismo virus”. Sin embargo este brote tiene algo diferente para haberse extendido a tal velocidad y con la brutalidad con la que azota el continente africano; por primera vez arrasa países enteros ya que los focos de contagio se hallan ahora en las ciudades, no en pequeños pueblos aislados.
Liberia, Nigeria, Senegal y Sierra Leona son los países que más fuerte están notando sus represiones. Más de 4.000 personas han muerto ya por una enfermedad que crea unas hemorragias tan brutales que la primera vez que apareció llegó a describirse como “el cuerpo estallando desde dentro”. La falta de recursos humanos en esas zonas hace difícil que los pacientes reciban los cuidados adecuados; además, la falta de personal adecuado o de voluntarios capacitados para tratar con estos afectados sin exponerse al contagio sigue permitiendo que el virus mute y reaparezca en la sociedad, aprovechándose de la incultura de las regiones más pobres del mundo para dejar a su paso muertes y contagios que no son fáciles de parar.
No obstante, no se puede perder de vista los casos aislados en Estados Unidos o España. El mismo profesor Behrens apunta que el riesgo de una epidemia a nivel nacional en Occidente no es muy alto: “solo si el caso índice no fuera detectado a tiempo podría haber un problema”.
Además, las nuevas noticias que el personal médico ha dado a los medios de comunicación acerca del estado de salud de Teresa, deja paso a la esperanza ya que la auxiliar parece estar generando anticuerpos y reduciendo la carga viral en su cuerpo. La recuperación de la voluntaria que decidió tratar a Manuel García Viejo el pasado Septiembre, podría suponer para España un momento de paz en la tormenta, calmando la opinión pública y habiendo cumplido con uno de los principales objetivos del gobierno del país: mantener a los nacionales a salvo.
Cristina López Iscoa / @crisLopezIscoa