El pasado viernes 17 de octubre la Universidad Europea de Madrid tuvo el honor de contar con la presencia del actual Embajador de España en Libia, José Antonio Bordallo Huidobro, quien estableció una animada charla con los alumnos de relaciones internacionales y de otros grados relacionados allí presentes. A lo largo de su carrera diplomática, iniciada en 1979, ha estado destinado en las representaciones diplomáticas españolas en Iraq, Guatemala, Alianza Atlántica, Chile y Yugoslavia. En 1996 fue nombrado embajador de España en la República Democrática del Congo y, posteriormente, en la República del Paraguay, además de ser nombrado inspector general de los Servicios en el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación. Ha sido vocal asesor en el Gabinete Técnico de la Subsecretaría del Ministerio de Asuntos Exteriores y director de la Real Academia de España en Roma.
La conferencia, dirigida por Belén García-Delgado, profesora doctora de documentación en la Universidad, estuvo basada en la dilatada experiencia del embajador en el mundo de las relaciones internacionales, quien hizo partícipes a todos los asistentes de los problemas en los que está envuelto actualmente Libia, y las posibles soluciones a conflictos como el petróleo, la inmigración ilegal o el terrorismo, tan presentes en nuestros días.
Bordallo inició su actividad diplomática en Libia el 1 de julio, pero debido a la situación tan inestable que está experimentando el país actualmente, el Gobierno español decidió evacuar a los funcionarios de la embajada. “En estos momentos, nuestra delegación en Trípoli ha suspendido sus actividades administrativas durante un tiempo, pero no hemos cerrado la embajada, sigue habiendo personal local allí. Estamos a la espera de que todo ese personal de España en Libia, 147 personas que ahora estamos cada uno en un país como España, Túnez, o en algún país de Europa, podamos regresar a Libia”. Lo que se pretende ahora desde el Ministerio de Asuntos Exteriores es que las actividades meramente diplomáticas se lleven a cabo desde Túnez, mientras que las administrativas sigan teniendo su base en Trípoli, sin perjuicio de que haya un flujo continuo de ideas y venidas en función de las necesidades. “Se trata de evitar que un país tan importante como lo es Libia se convierta en un estado fallido con las repercusiones terroríficas que esto supondría para todo el mundo”.
Libia es un país tres veces más grande que España, con una extensión de territorito de 1.759km2 y con únicamente seis millones de habitantes. La mayor parte del país se conforma de desierto y como tantos otros países africanos, fue una colonia de un país europeo, en este caso de Italia.
Según comentó el embajador, Gadafi fue un líder que no supuso ningún problema para la Comunidad Internacional, fue un líder revolucionario en el sentido de nacionalista, defensor de los intereses de su país, demócrata, pero cinco años después de subir al poder comenzó un desvío que afectó a muchos países, entre ellos España, porque se convirtió en un protector financiero de grupos radicales e islámicos y defensor de grupos como ETA, IRA o Al Fatah. “Durante mucho tiempo fue un auténtico quebradero de cabeza para todo el mundo, no sólo para Occidente, sino también para sus propios vecinos”.
Libia, según Bordallo, exporta tres cosas: petróleo, inmigración y desestabilización, o lo que en otras palabras significa terrorismo. El 15% del petróleo que consume España viene de Libia. “Cualquier joven libio, con independencia de su profesión y salario, pertenezca o no a una milicia, le paga el estado. Por lo que aquí entran el juego el poder y la riqueza, la incógnita de quién controla el estado y quién controla el petróleo”. En cuanto a la inmigración ilegal, Italia tiene 135 mil inmigrantes procedentes de Libia y ninguno es libio. Esto se debe a que el libio suele ser gente rica que no emigra, pero el país tiene un territorio del que salen sirios, eritreos, etc. los cuales quieren alcanzar Europa. Respecto al terrorismo, en el país se encuentran muchas bases islamistas radicales de Al Qaeda en la parte sur, que es meramente desierto y que se utiliza como campo de entrenamiento para aquellos que quieren luchar por la causa o como caldo de cultivo para estos grupos terroristas.
“Con relación a esto se crea un baile diplomático donde todo el mundo intenta apoyar y solucionar el problema libio. No existe solución militar al conflicto, lo que tienen que hacer las terceras partes es sentarse alrededor de una mesa respetar los derechos humanos y pensar en el bien de Libia, no en sus propios intereses, para que Libia pueda llegar a ser un país libre, unido, democrático, islámico, moderado, y que no sea un paria internacional”, dijo Bordallo respecto al poder y las disputas que ejerce Occidente dentro del país.
El 17 de septiembre se llevó a cabo una reunión en Madrid, en la que por primera vez se sentaban en la mesa países de diferentes procedencias, ideologías e intereses que eran un grupo de 5+5, países vecinos y los países europeos del mediterráneo. “Previamente nuestro ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, invitó al ministro de Asuntos Exteriores libio para contarle lo que queríamos hacer y para que nos dijera si estaba de acuerdo”.
España no es un país colonial en la zona, como sí que lo son los franceses o los italianos. Por otro lado, para los países árabes, España es un país árabe. “Hispania es suyo sentimentalmente hablando”. Es por eso que un español tiene mayor facilidad de acceso a estas zonas que por ejemplo un luxemburgués o un alemán. Aun así, el propio Gobierno español “desaconseja cualquier desplazamiento a un país en guerra, como es Libia”, ya que la primera obligación de una embajada es la protección de sus nacionales.
A la pregunta realizada por uno de los estudiantes de relaciones internacionales, en la que se cuestionaba si el conflicto en Libia representa un grave peligro para la desestabilización de Túnez, el embajador afirmaba que “la Primavera Árabe ha sido una especie de reivindicación en la que la gente demandaba libertad política y la posibilidad de ser dueños de su propio destino para poder ser una democracia”. Pero el problema surge cuando ese deseo político se ve confrontado con las dictaduras reacias a dejar el poder y con la mentalidad religiosa opaca de ciertos sectores. “Si tú eres un Hermano Musulmán, nunca podrás admitir que esa democracia se abra camino. Si tu eres una persona más liberal, tu capacidad de satisfacción, en función de la democracia nunca estará llena; siempre querrás rebosar y querer ser un demócrata pleno”.
Concluyendo su intervención, José Antonio Bordallo explicó que la separación de Libia en dos partes no constituye, hoy por hoy, una solución para el conflicto, ya que “todo libio quiere un país unido, soberano y dueño de sus destinos”.
Cristina Villanueva Marín / @cris_vmarin
Cristinal López Iscoa / @CrisLopezIscoa