Falta muy poquito para que llegue el 22 de diciembre. Un día en el que muchos llevan pensando desde hace meses y confiando en que una combinación de números les permita comprarse un coche deportivo o una casa de ensueño. Otros, para tapar agujeros. Algunos, para salir de la pobreza.
El Gordo de Navidad llega en pleno furor navideño. Las calles se llenan de luces de colores, deseamos que lleguen los días festivos para estar con la familia, pedimos dos o tres días de libranza en el trabajo y nos montamos una semana de vacaciones… y muchas veces la ilusión puede más que la razón cuando hablamos de lotería.
La Lotería de Navidad es la lotería donde hay más probabilidades de que nos toque. Exactamente un 14% de que nuestro número sea agraciado con algún tipo de premio. Que nos toque el Gordo ya es otra cosa. Solo hay un 0,001% de probabilidades de que nos caigan los 400.000 euros del premio, de los cuales una parte perderemos al declarar a Hacienda.
¿Vale la pena asumir el riesgo de perder 20 euros para tener un 0,001% de posibilidades de ganar algo? Aplicando las matemáticas, claramente no. ¿Qué ocurre entonces? ¿Qué es lo que nos impulsa a comprar ese décimo pensando que nos va a tocar, si la probabilidad es tan baja? Los medios de comunicación tienen mucho que ver.
El mismo día 22 los informativos se llenan de gente descorchando botellas de cava y champán para celebrar su nueva vida. Todo es felicidad, los únicos lloros son de alegría y los abrazos son una constante. Pero esto es una excepción, y la excepción es noticia. Si quisiéramos contar la realidad, los informativos deberían describir la tristeza, casa por casa, de la cantidad de gente que confiaba en sus números y que no les han devuelto un solo euro.
A pesar de tener la estadística en contra, el que ahora escribe tiene guardadito en una pequeña caja de madera su décimo. Por si las moscas. Es una tradición. Y si de vacaciones se pasa por los Pirineos, una se acerca a la Bruixa d’Or de Sort, por si cae algo.
Al final, la ilusión es la que nos mueve y la que nos mantiene vivos.