Marcos Rodríguez López
Glasgow es el lugar elegido para celebrar la 26ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, este encuentro tendrá lugar hasta el 12 de noviembre.
En ella, donde se reúnen 120 jefes de Estado y de Gobierno, han comenzado los primeros acuerdos y objetivos. La consigna es clara: “mantener viva esa mágica cifra de limitar el aumento de la temperatura media global del planeta para final de siglo en 1,5ºC”.
En esta cumbre ha tenido un papel bastante relevante el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, pues éste ha dejado claro que su país vuelve a estar en la mesa de las negociaciones climáticas, de donde se habían salido con el anterior presidente americano Donald Trump en la Cumbre de París.
Gracias a la presencia de Estados Unidos, se tienen los priomeros acuerdos como son, la protección de los bosques, frenando el avance de la deforestación por medio de una inversión de unos 16.500 millones de euros; un plan también para combatir las emisiones de metano, comprometiéndose más de cien países a reducir sus emisiones de metano un 30% hasta 2030; y por último, tratar de ir descarbonizando progresivamente las economías de los países.
Con todo esto vemos unos indicios claros de que la principal misión de esta cumbre no es ni más ni menos que la de desarrollar por fin el Acuerdo de París de 2015, que fijó como objetivo limitar el calentamiento del planeta a 1,5ºC, y que se fue desinflando por la negativa influencia del anterior presidente norteamericano Donald Trump. Es por ello por lo que, como ya antes hemos mencionado, la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca puede suponer un avance positivo en materia climática.
Todo esto, a su vez, también ha dejado en no muy buen lugar a países como China, India o Rusia, quiénes además de ser de los mayores emisores del planeta, no han asistido a la cumbre, dando lugar así a un mensaje de despreocupación que no ha sido muy bien visto a ojos internacionales.