Álvaro Varela es el único campeón paralímpico en tenis de mesa de la historia de España. Con tan solo 17 años y un amplio palmarés, consiguió el oro en las olimpiadas de Sydney a pesar de su discapacidad.
Nació con una polineuropatía, una enfermedad que causa una disminución en la capacidad para moverse y que reduce la sensibilidad debido a un daño neurológico.
«Con 5 años fui a Estados Unidos con mi familia a uno de los mejores hospitales del mundo para encontrar una respuesta o diagnóstico y ahí fue cuando me dijeron que tenía esta neuropatía», recuerda el deportista paralímpico.
Desde entonces le pusieron una prótesis para ayudarle a caminar y comprendió lo que esto significaba: “Me di cuenta de que iba a tener dificultades y que no era igual que los demás niños”, relata el protagonista.
Esta enfermedad no fue un obstáculo para él: «En el colegio, cuando vi que no podía correr, que no podía saltar, que no podía jugar a los juegos que jugaban los demás, para mi era triste y un momento complicado, pero gracias a estos momentos logré transformar esa energía en fortaleza, y gracias a tener una dificultad surgió en mí, el deseo de no rendirme y alcanzar el éxito en mi vida y trabajar duro por conseguir destacar en un ámbito en la vida y convertirme en una persona de éxito a pesar de tener una dificultad», recuerda.
Fue entonces cuando el deporte llegó a su vida, después de probar el fútbol, el tenis, el kárate e incluso la equitación, conoció el tenis de mesa por casualidad en la piscina municipal que solía frecuentar. Empezó jugando con sus amigos, y, según cuenta, rápidamente le enganchó: “Lo más bonito era el reto de que a pesar de tener una desventaja, poder competir contra otros chavales que no la tenían y poder estar a la altura era un gran reto para mí, un gran aliciente”, relata Álvaro.
Desde ese momento transformó su discapacidad en una oportunidad e hizo de este deporte una forma de superarse.
“Vi que si desarrollaba la técnica era un deporte en el que podía llegar a ser bueno, sobretodo competir contra otros chavales de mi edad sin ningún tipo de discapacidad, era un deporte muy inclusivo y a pesar de tener una desventaja podría estar a la altura y competir con gente que no la tiene y llegar a un nivel muy bueno”, comenta.
El tenis de mesa para Álvaro ha sido algo más que un deporte. Ha sido su vehículo de superación, su forma de superar barreras, de superar la discapacidad y de superarse a sí mismo como persona. Le ayudó a romper todos los límites presentaba su vida.
Tanto es así que, con tan solo 17 años, Álvaro llegó a los juegos olímpicos de Sydney donde conseguiría el triunfo más importante de su vida: “Haber ganado el oro olímpico con 18 años es sin duda el más grande de todos los regalos y éxitos de mi carrera deportiva. Un sueño cumplido, la sensación que produce estar en el podio, escuchar el himno nacional de tu país, es imposible describirlo con palabras, es algo verdaderamente espectacular y es el mayor de los premios que un deportista puede recibir y para mi fue algo inolvidable».
Este momento fue el más importante de su carrera profesional, y a día de hoy, lleva casi una década instalado en el número uno del ranking mundial de su categoría, lo que le garantiza además una plaza para los Juegos de Tokio.
La visibilidad del tenis de mesa
A pesar de que el tenis de mesa resulta ser un deporte accesible de practicar, para el protagonista no se le da la importancia y la visibilidad que merece a través de los medios de comunicación. Pero esto no ha sido impedimento para seguir dejando el nombre de su país en alto en las competiciones donde ha participado: “A nivel de comunicación, el deporte paralímpico y el tenis de mesa son minoritarios, y aunque no tengan la difusión que nos gustaría, cada vez más la sociedad y los medios de comunicación se van sensibilizando más con los deportes minoritarios y la familia paralímpica y cada vez vamos teniendo un poquito más de cobertura, lo cual es positivo y esperemos seguir caminando un poquito más y creciendo en esa línea.”
Más allá de su amplio palmarés, de todos los trofeos y medallas que ha obtenido a través de los años, el mérito para el sevillano es lograr mantenerse el primero en el ranking mundial durante tanto tiempo. Eso solo demuestra que a pesar de sus dificultades es un deportista incansable: “El hecho de estar 10 años como número 1 del mundo es un auténtico regalo, un premio a todo el esfuerzo y sacrificio que hay detrás de esta carrera deportiva, un premio a la constancia, a la tenacidad, a la superación, que a pesar de tener dificultades físicas y tener dolencias, haber sido capaz de mantener ese nivel y haber sido capaz de seguir estando en lo más alto es un privilegio y algo que valoro mucho.”
Un 2020 complicado
Sin embargo, el 2020 no fue fácil para Álvaro, la cuarentena le pasó factura y tuvo un declive a nivel de entrenamiento. Además, esta tercera ola le está resultando complicada ya que su caso es de riesgo, pero no pierde la esperanza de que esto termine para poder continuar con su vida.
«Se aplazaron todas las competiciones, he entrenado en casa como he podido, con mis pesas, mi colchoneta, haciendo tonificación muscular…y luego he tenido la cortesía de la comunidad de vecinos de dejarme instalar una mesa en la sala de juntas para poder hacer unos saques, y tirar unas bolas yo sola con una pequeña máquina lanzabolas, pero evidentemente me ha perjudicado a nivel de ritmo y de estar en buen tono y me va a tocar trabajar para recuperarlo», relata.
Nuevos retos a corto plazo
El palista profesional no quiere parar ahí. Álvaro tiene muy claro lo que le falta por hacer y cuál es su próximo objetivo, lograr otra presea dorada en la cita olímpica que viene: “El sueño es quedar campeón en Tokio, como número 1 del mundo, me veo con opciones. He llegado a la final olímpica en varias ocasiones y el sueño es revalidar ese oro en Sydney 21 años después. Sería una maravilla y trabajaré duro para ello. Es mi objetivo, y también por equipos con mi compañero Jordi trabajaremos y lucharemos por ese oro.”
Sin embargo tampoco se olvida de los jóvenes que luchan por ser profesionales, que ven en él y en otros deportistas, un ejemplo a seguir para lograr salir adelante y nunca dejar de creer en sus sueños: “El mensaje que le daría a las personas con discapacidad es que el deporte es un gran vehículo de superación que les va a dar muchísima calidad de vida y que les va a ayudar a crecer como personas, a vencer todos los obstáculos, a superarse a sí mismos, y a convertirse en una mejor versión de ellos mismos», así anima Álvaro a todos los deportistas que como él, estén convencidos de las cosas buenas que depara la vida.
Autores: Ainhoa Pérez de Lema, Felipe Sanguino Jiménez y Rodrigo Pedrosa García