Alfonso XIII era un rey chanchullero. Cuando su reinado daba los últimos coletazos, en un momento en que el juego estaba prohibido en España, se montó un negocio de apuestas clandestinas. Sin cortarse un pelo. Y en exclusiva.
En La pasión de Pilar Primo de Rivera, José María Zavala cuenta que tras el crack de la Bolsa de Nueva York de 1929, un tal Al Capone, de profesión gánster, se montó un canódromo en Estados Unidos para controlar el negocio de las apuestas y ganar varios millones de dólares.
A lo mejor es solo una casualidad, pero las carreras de galgos y las apuestas clandestinas llegaron a España de la mano de Alfonso XIII. El rey y sus colegas de alta cuna se montaron un chanchullo con empresas privadas, concesiones en exclusiva, apuestas clandestinas y beneficios suculentos desviados bajo cuerda a otra empresa que, fíjate qué casualidad, era de Alfonso XIII y de su pandilla de Grandes de España.
Cuando llegó la II República se descubrió el pastel y las nuevas autoridades les cerraron el chiringuito. En poco más de un año, Alfonso XIII y sus colegas se habían levantado más de tres millones de pesetas, lo que, al cambio de hoy, vendrían a ser unos 6 millones y medio de euros.
El asunto acabó en los tribunales, que intentaron sentar en el banquillo a Alfonso XIII y a sus socios de sangre azul, acusados de asociación ilícita, estafa, prevaricación, malversación, juego prohibido, falsedad y demás asuntillos sin importancia.
Antes de que los chicos de La Liebre Mecánica empezaran a desfilar por los juzgados, estalló la Guerra Civil. Los Grandes de España que estaban en el ajo apoyaron el levantamiento. Luego, favor por favor, los tribunales del franquismo hicieron la vista gorda, dieron carpetazo al asunto y aquí no ha pasado nada. Hasta que José María Zavala encontró el sumario, lo desempolvó y lo hizo público, para que hoy podamos contarlo.
Todo esto, y mucho más, en Esto es otra Historia.
Con David Botello, Esther Sánchez, Ainer Ainara, #RobertoPérez, Edgar Martín Jiménez, Juan José Ceballos Norte y Miguel Ángel Vázquez Fernández.