El preámbulo de la Constitución de 1978 lo firma Enrique Tierno Galván: un señor con gafas al que desde joven llamaban «El Viejo Profesor». Un tipo serio que siempre llevaba chaqueta cruzaba y corbata. Culto, irónico, amante de las mujeres y los libros, y al que le gustaba mantener ciertas distancias. Fue de los primeros catedráticos que se pusieron al frente de las manifestaciones de estudiantes durante la transición, incluso durante los últimos años del franquismo. Esta afición le sirvió para que Franco lo expulsara de su cátedra. Su relación con Felipe González siempre fue regular tirando a muy malamente, pero los dos sabían que estaban condenados a entenderse durante la Transición.
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