Las conversaciones de paz de Ginebra para el conflicto sirio comenzaron finalmente el pasado lunes con la participación de la llamada Comisión Suprema para las Negociaciones, como principal grupo opositor al gobierno de Al Assad, y el mediador de las Naciones Unidas Staffan de Mistura. El objetivo de las negociaciones se centra en alcanzar un alto el fuego, la constitución de un Gobierno de unidad nacional y la celebración de elecciones libres.
Tras varios días de controversia por los grupos que participarían en las conversaciones, ha sido este grupo opositor considerado moderado el primer invitado al evento. La Comisión Suprema para las Negociaciones advirtió al mediador de la necesidad de cesar los bombardeos del Gobierno y Rusia contra objetivos civiles, de permitir la entrada de ayuda humanitaria en las zonas sitiadas y de liberar a las mujeres y niños detenidos. Al finalizar la ronda de conversaciones, De Mistura declaró ante la prensa que su objetivo es que “estas negociaciones sean exitosas” y que “el pueblo sirio merece ver hechos sobre el terreno, como la reducción de la violencia, en el tema de los detenidos o de las zonas sitiadas”. Mientras tanto, el domingo previo al inicio de las negociaciones un ataque reivindicado por el Estado Islámico se cobraba la vida de 71 personas tras la explosión de un coche bomba y la inmolación de dos atacantes suicidas cerca de una mezquita chií de Siria. 29 de los fallecidos eran civiles y cinco de ellos menores, mientras que el resto eran combatientes chiíes sirios y extranjeros.
A lo largo de la mañana De Mistura ha continuado las conversaciones con el delegado del Gobierno Sirio y embajador de Siria ante las Naciones Unidas, Bashar Jaafari, a quien ha trasmitido la urgencia humanitaria que ayer planteaba la alianza opositora y que él considera “legítima”. La reunión prevista para esta misma tarde ha sido finalmente anulada tras una nueva ofensiva armada lanzada por el Gobierno en Homs y Aleppo.
Estas conversaciones de paz están precedidas por las anteriores Ginebra I y Ginebra II, cuyos resultados no fueron excesivamente fructuosos. Las actuales negociaciones suponen un nuevo esfuerzo de la comunidad internacional para ofrecer alguna clase de solución al conflicto. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó la resolución 2254 en diciembre del año pasado con el fin de marcar una hoja de ruta en la pacificación del conflicto sirio. Dicha resolución establece un periodo de seis meses para llegar a un acuerdo sobre la transición y otro de dieciocho meses para celebrar nuevas elecciones. Asimismo reconoce la necesidad de acordar un alto el fuego paralelo al proceso político, aunque no como precondición para el diálogo. No incluye al Estado Islámico ni al Frente Al-Nusra dentro del ámbito de aplicación del alto el fuego y aclara que las acciones ofensivas y defensivas contra estos grupos continuarán. El respeto del derecho internacional humanitario es también uno de los principales objetivos de la alianza y, por ello, insta a las partes a permitir el acceso de ayuda humanitaria y liberación de los que hayan sido arbitrariamente detenidos. En cuanto al futuro del país, la resolución determina que corresponderá al pueblo sirio dirigir la transición política pero no especifica si Al Assad formará parte de él.
El proceso de paz aún cuenta con algunas deficiencias que cuestionan la legitimidad del mismo. Aunque el alto el fuego sea la solución aparentemente más necesaria y sencilla su materialización es casi utópica, pues el Estado Islámico, Al Nusra y el Gobierno (junto con Rusia, Irán y Hezbollah) se niegan a cumplirlo.
María Gaitán