Parece que los científicos españoles que “se van movilidad exterior” a otros países para poder trabajar no son tan buenos como la encargada de darnos LaMañana de TVE. Estamos de enhorabuena, porque Mariló Montero ha descubierto que «el aroma del limón puede prevenir el cáncer». No sabemos si se percató en una cena con el pequeño Nicolás mientras tomaban un Gin Tonic o mientras veía Amigas y Conocidas.
Estas declaraciones se realizaron por parte de la presentadora el 21 de enero de 2015. Cómo no, las redes sociales estallaron: se organizó una recogida de firmas en Internet para la destitución de la presentadora y las quejas al Defensor del Espectador y a la dirección de la cadena aumentaron de forma significativa, sin una respuesta positiva por parte del ente público.
Por si fuese poco, Mariló retomaba estas polémicas declaraciones el 6 de febrero. Sonaron tan fuerte que hasta la OMC (Organización Médica Colegial) expresaba su «más enérgica queja por semejante afirmación sin base científica firme, que lo único que provoca es inquietud y sufrimiento a las personas que padecen este tipo de enfermedad», invitando a la presentadora a que se abstenga en lo sucesivo a realizar afirmaciones sin evidencias comprobadas. Aunque esto es buena señal: significa que RTVE aún sigue teniendo un poco de audiencia.
Un argumento que se cae por su propio peso, el de la presentadora del matinal de la cadena pública. Si el limón curase el cáncer, probablemente hoy todas las farmacéuticas se trasladarían al mayor centro neurálgico limonero y dejarían atrás esos laboratorios que no paran de producir “pseudomedicamentos” paliativos temporales y no definitivos.
Aunque no se sabe qué es más triste: que una periodista vierta esas afirmaciones o que una cadena pública, al servicio de todos, tarde justo un mes en rectificar esas palabras: «Saber vivir no puede ni debe aconsejar la práctica de la aromaterapia como vía para la prevención del cáncer, ni de cualquier otra técnica o terapia que no esté avalada por las organizaciones médicas del ámbito de la oncología en nuestro país». Los objetivos que tiene dicha televisión, como la imparcialidad o la programación de calidad desaparecen de su ley no escrita por arte de magia.
Este tipo de declaraciones llevan a preguntarse dónde está el límite de la ética al dar información no contrastada y propia de curanderos y videntes como Sandro Rey. Claro está que el “todo vale por la audiencia” cobra, cada vez, más protagonismo. ¿Se está jugando con la esperanza de las personas enfermas con este tipo de espacios? ¿Se está ejerciendo un periodismo subjetivo, cuyo objetivo es el espectáculo? Y, ¿se está dejando a un lado la especialización de los tertulianos para aumentar los “comentaristas todistas” y generar, así, polémica?
Alex Costa/@alexcostaescure