Que la hinchada no influye en el fútbol, eso es una gran mentira, y la mayor prueba de eso es el estadio de la selección charrúa.
El partido de ayer cargado de morbo, rival, Chile que fue campeón de la copa América tras eliminar en cuartos de final a Uruguay, en un partido marcado por un polémico arbitraje y el dedo de Jara que desencadenó la expulsión de Cavani.
Los dos equipos volvieron a verse frente a frente, y a pesar que jugadores y cuerpo técnico de la celeste declararon durante los días previos al encuentro que no era una revancha, ni había rencor por lo sucedido en la copa, la hinchada oriental no se comió ese cuento.
Una avalancha de pitos, bajo desde las tribunas del escenario deportivo, cuando se escucharon las notas del himno chileno, que a propósito fue cortado, ¿Error o provocación?, nunca lo sabremos. Los jugadores de la roja continuaron cantando su canción patria a pesar del “incidente”.
Con el pitazo inicial, el equipo austral mostró sus credenciales de campeón continental, y estuvo a punto de ponerse arriba en el marcador con dos acciones, pero Eduardo Vargas y Arturo Vidal fallaron en la definición.
El panorama pintaba oscuro para los uruguayos, pero en esos momentos, donde el rival se ve más fuerte, donde parece todo perdido, ahí, es que aparece la garra charrúa. Ese empuje sobrehumano que generan las 65 mil almas celestes desde la tribuna con sus cantos y que contagia a los once jugadores que dejan de ser hombres, para transformarse en fieras.
Y así llego el primer gol de Uruguay, no podía ser de otra manera, a pelota quieta, y tras una serie de rebotes, el emperador Diego Godín produjo la explosión del Centenario, que en adelante no volvió a guardar silencio.
Chile no pudo recuperarse y quedo al borde del nocaut. El descanso no le sirvió a Sampaoli para levantar a su equipo, que nuevamente a pelota quieta recibió el segundo y lapidario gol. Cobro largo del arquero Muslera, cabezazo de Cavani con dirección al área y Álvaro Pereira, fiel a la ley futbolera que dice: “Dos cabezazos en el área es gol”, la envió al fondo.
La celebración de ´palito´, muy acorde con el momento del partido, el lateral charrúa boxeó con el banderín del tiro de esquina. Mismo lugar de donde salió el centro para el tercer gol uruguayo, Martín Cáceres de cabeza sentenció el partido.
Al final la impotencia, le jugó una mala pasada a Chile, Valdivia fue expulsado por insultar al juez central, y Eduardo Vargas seguramente será sancionado por hacer gestos obscenos contra la tribuna…
La reprochable actuación de ´turboman´, el mejor ejemplo de que las hinchadas ayudan a ganar partidos.
Jairo Alberto Castillo
