Héctor Taranilla compagina su labor como futbolista en el Atlético Astorga de la 3ª División con la de profesor donde imparte clases en una academia en su ciudad natal, León. A sus 25 años, ha conocido las dos caras del fútbol, logrando un ascenso con el cuadro maragato a Segunda División B y donde un accidente de tráfico regresando de jugar un partido con el Mérida pudo poner en peligro su carrera. El balón, una pasión que desde pequeño comparte junto a la de los toros y la Semana Santa.
Dicen que el fútbol es la única religión que no tiene ateos. Para Héctor Taranilla (León, 1992) es una filosofía de vida. La suya, en concreto, ha girado siempre en torno a un balón. Han pasado ya muchos años de sus primeras patadas en las categorías inferiores de la Cultural y Deportiva Leonesa, el equipo que le vio crecer. Aunque nunca olvidará su paso por juveniles en las filas del Puente Castro, el club que le catapultó a ser el futbolista que es hoy en día: “Gracias al Puente Castro puedo decir que hoy soy futbolista”.
Ha cumplido recientemente los 25 años y ya ha sido objeto de deseo de muchos equipos en la Segunda División B. Ahora, luce orgulloso el brazalete de capitán del Atlético Astorga en 3ª División, donde con esta ya son siete las campañas vistiendo la elástica maragata. “Aquí me siento como en casa, más que un equipo es una familia”. Se le vienen muchos recuerdos a la mente. Pero se queda, sin atisbo de duda, con el día que lograron el ascenso a la categoría de bronce. Fue un 22 de junio de 2014 y lo relata como si hubiesen pasado horas: “Fue uno de los momentos más espectaculares que se pueden vivir como jugador de fútbol. Recuerdo a toda la gente invadiendo el campo de La Eragudina -estadio del Atlético Astorga- y se me pone la piel de gallina”.
Cuando el equipo de su vida, la Cultural y Deportiva Leonesa, llamó a la puerta de Taranilla para volver a cruzar sus caminos, el centrocampista ya se había comprometido con el Mérida semanas atrás. Su fichaje despertó una ilusión desmedida entre los hinchas emeritenses. Fue regresando de jugar un partido frente al UCAM cuando vivió sus horas más amargas como futbolista. El autobús en el que viajaba la plantilla de vuelta a casa sufrió un accidente de tráfico a la altura del término municipal de Monasterio que se saldó con 10 heridos, entre los que se encontraba Héctor. “Fue un momento muy duro, pero por suerte todo se quedó en un susto”. Tras el incidente, fueron muchos los contratiempos musculares que sufrió el leonés. Un paso efímero por Mérida para volver a Astorga apenas seis meses después. Una decisión de la que no se arrepiente: “La presidenta Sagrario González siempre me ha tratado como a un hijo y me ha abierto las puertas del club de par en par. Estoy muy agradecido a ella”.
Volvió a sentirse futbolista. Esa sensación que temía haber perdido por las lesiones. Ahora, es uno de los pocos supervivientes que quedan del ascenso y sueña con repetir la hazaña. Estudiante de Magisterio en la Universidad de León, ‘Tara’, como así le conocen sus amigos, compagina su labor por las mañanas como profesor en una academia impartiendo clases con los entrenamientos y los partidos de fútbol. Pero tampoco descuida sus otras dos grandes pasiones: la Semana Santa y los toros. En su currículum destaca haber jugado en estadios como la Nueva Condomina o el Carlos Tartiere y presume de haber visto torear a José Tomás en Las Ventas. Aunque no cambia por nada el olor a incienso y escuchar marchas cofrades en su coche o en su teléfono móvil. “Todos los años busco un hueco para escaparme a ver procesiones a Sevilla”.
No importan los 668 kilómetros de distancia desde la puerta de su casa a la Basílica de la Macarena. Descuenta los días que quedan para el Viernes de Dolores y poder procesionar por las calles de León, donde es cofrade y porta como bracero el Ecce Homo. No falta el grupo de Whatsapp en su Iphone para intercambiarse las últimas marchas o planear un viaje de la noche a la mañana a la ciudad del río Guadalquivir. Sin descuidar el balón, ni tampoco la pizarra ni el material para preparar e impartir las clases. Taranilla ha hecho del trabajo y la pasión, una receta para llegar al éxito.
Fabio Ingoglia – @fabioingoglia
