La albiceleste, como el ave fénix, resurgió de las cenizas en Barranquilla.
La arenosa, con sus treinta y cinco grados centígrados a la sombra y su humedad de casi el 80%, parecía ser el lugar donde Argentina, sin sus máximas figuras ( Messi, Agüero y Tévez lesionados) enterraría sus sueños de ir a Rusia 2018. Pero al igual que hace cuatro años, se llevó la victoria.
El panorama era muy complicado para los dirigidos por Gerardo Martino, con solo dos puntos en tres partido, se enfrentaba a la Colombia de su compatriota Néstor Pékerman, revitalizada por el empate en Santiago ante el campeón de América.
La esperanza de hinchas y periodistas argentinos era casi nula, las encuestas nunca dieron como favoritos a los gauchos.
Pero como dicen ellos: “Es Argentina”, y sí, la bicampeona del mundo dio una cátedra de jerarquía en el Metropolitano. Di María, Mascherano y Biglia, este último autor del gol del triunfo, posaron sobre sus hombros la responsabilidad de manejar al equipo ante la ausencia de las figuras.
Ellos, bajo un planteamiento brillante del ´tata´Martino, explotaron al máximo las debilidades de su rival, que sin Carlos Sánchez en el medio campo le costó muchísimo cortar el fluido toque de los gauchos.
El gol, sin quitarle mérito a Argentina, es un error de Colombia desde el inicio de la jugada. Una mala entrega de balón de Teo Gutiérrez desencadeno la jugada, Biglia sin oposición alguna, transportó el esférico desde propio campo hasta territorio colombiano, toco a Banega, el jugador del Sevilla se asoció con Lavezzi que envió un centro malísimo, con la fortuna que el defensor central Cristian Zapata erró el despeje, como consecuencia, el volante de la Lazio solo tuviera que empujar la pelota al fondo de la red.
En Adelante la albiceleste se dedicó a trabajar el partido como ellos saben, gracias a la vieja escuela bilardista. Las faltas técnicas contra James Rodríguez y demás jugadores cafeteros que intentaban atacar fueron constantes, al igual que las simulaciones de golpes e infracciones, su especialidad para comerle minutos al reloj.
Al final Colombia, evidenció su falta de gol, no pudo darle la vuelta y salvo dos jugadas aisladas, no generó mayor peligro en la portería de Romero.
Martino que llegó con el agua hasta el cuello a Barranquilla, ahora respira más tranquilo con la victoria, historia similar a lo que vivió su predecesor Alejandro Sabella hace cuatro años.
Jairo Alberto Castillo Díaz