Empezaré estas líneas acordándome como no, de uno de los cantantes que es ídolo de toda una generación, Loquillo. Una letra que da para hablar y mucho de esta selección. Incluso sí me permite su autor, escribiré una estrofa que define perfectamente el sentimiento de todos nosotros esta tarde:

Cuando fuimos los mejores dejamos de ser nosotros lo peor que llevas dentro se refugia en tu mirada

Nos creímos tan superiores al resto del mundo por llevar una estrella en el pecho en Brasil y nos apearon en grupos. Fue triste, un baño de realidad. Pero el hombre es el único animal que tropieza dos o tres veces con la misma piedra. Y como no aprendemos pasó… España celebraba el primer puesto porque «nos íbamos a enfrentar a Rusia». Lo que algunos calificarían como una banda.

Yo no voy a decir que avisé. Algunos récords están para romperlos, pero otros será imposible de hacerlo. La selección nacional NUNCA ha ganado al anfitrión. Se lo pueden recordar al propio Camacho y desde hoy Hierro también se puede hacer una ligera idea. Sin nada de garantías, España pasó primera de grupo pero hoy ha pasado a la historia por ser un polvorín en Moscú.

No apareció Silva, ni Costa, ni Isco, vimos un bosquejo de Aspas pero no fue suficiente. 120 minutos en los que no se rompió una igualdad porque España no quiso. No tiró a puerta, sobó la pelota, la cuidó, pero no la golpeó. Tenemos que reconocer ya que las cosas se han hecho mal. Se llevan haciendo mal cuatro años y no hemos aprendido. Han echado a un seleccionador a dos días de que el combinado nacional en la fiesta del fútbol.

Enrique González | @kikegonzapc