Felipe González, expresidente del gobierno, se reúne con Emilio Lamo de Espinosa, presidente del Real Instituto Elcano para abordar ante un auditorio repleto los: “Desafíos de la UE, sesenta años después”.
El pasado 25 de marzo se cumpió el 60 aniversario de la firma en Roma del tratado constitutivo de la Unión Europea, por lo que el Real Instituto Elcano y la Fundación Botín han querido realizar el octavo debate en colaboración entre ambas entidades para, no solo conmemorar y celebrar este aniversario, sino también, para afrontar la complicada situación actual de la Unión Europea en algunos asuntos y su estado en el proceso de integración.
Tras el balance histórico y positivo de este tratado, el acto plantea los grandes desafíos a los que se enfrenta actualmente la Unión Europea en tres grandes bloques: La consolidación de las fronteras por el este y por el sur, las cuestiones internas, como la escasa presencia exterior o el euro y el bloque exterior, protagonizado por el Brexit y Trump, además, el acto ha querido abarcar el auge del euroescepticismo, la pérdida de competitividad, la erosión de los valores europeos y la política mundial que parece definirse más hostil al multilateralismo.
Estas cuestiones se han abordado poniendo el foco en el futuro colectivo y en el papel que ha de jugar España en cada una de ellas.
Todo ello se ha desarrollado ante la atenta mirada de multitud de embajadores de países como Argentina, Rusia, Turquía, Lituania, Hungría y México, entre otros, y de la de políticos como la exministra Trinidad Jiménez.
González ha querido comenzar su intervención destacando especialmente el motivo de celebración de este acto, en el que tras dos Guerras Mundiales se sustituyó la patología bélica por un discurso moral y ético hacia la paz, así más tarde ha querido centrarse en los asuntos que aún están por determinar y mejorar en cuanto a la actual Unión Europea, algunos, como él declara, persistentes desde la firma del tratado.
Uno de ellos es, sin lugar a dudas, el sentimiento de soberanía de cada país constituyente, el entender y ceder parte del poder de soberanía a un todo global y unido sin perderlo, supone en muchos casos una contradicción, más en aquella época de la firma en la que algunos países acababan de recuperar su soberanía.
Lo que esta claro para Felipe González es que la Unión Europea supuso para España la llegada de una modernidad a pasos agigantados, muy necesaria.
En cuanto a la cuestión exterior, la posible amenaza rusa hacia España se hace cada vez más plausible para el expresidente, quien se muestra preocupado no solo por ello, sino especialmente por las medidas que pueda tomar el actual gobierno para hacerla frente.
Por otro lado, en el ámbito exterior, las próximas elecciones en Francia pueden, según el criterio de González resquebrajar los cimientos de la actual Unión Europea con las políticas que pudiera implantar una posible victoriosa y reforzada Marien Le Pen.
También, y seguidas muy de cerca por el expresidente, se encuentran las futuras elecciones alemanas a las que observa con más distancia y tranquilidad.
Por último, la crisis de los refugiados que buscan asilo en Europa posiciona a González en un lugar crítico hacia la UE, argumentando que no se trata de malas políticas realizadas en esta cuestión, sino de las nulas políticas existentes de asilo en España en esta cuestión.
Para concluir, el expresidente ha querido remarcar que los futuros desafíos de la Unión Europea, a la que se refiere como un objeto volante no identificado, pero necesario, deben garantizar los mismo principios por los que se firmó aquel tratado hace 60 años, que todas y cada una de las decisiones estén al servicio de las libertades de los ciudadanos.
Laura Morato