Dice el bueno de Zapatero que los ciudadanos tenemos rayos equis. Así al menos se lo ha hecho entender a los estudiantes de la UEM en un encuentro en la XXI Semana de la Comunicación. Quizá pueda parecer que el presidente va más allá de lo paranormal con todo esto, pero no. Está aseverando algo más que una obviedad, aunque a otros políticos les cueste entenderlo. Y es que por mucha estrategia de comunicación política que se trate de hacer para ganar adeptos y votos, como él mismo ha explicado, si no se respeta al españolito nos guarde dios, sin Machado ni ya dos Españas de por medio, es difícil que un partido político obtenga buenos resultados. Y para muestra un botón, porque se avecinan nuevos tiempos para el mapa político nacional, aunque para muchos todo esto nos suene a gatopardo Lampedusiano.
No somos tontos, como dice ZP con sus RX como ciudadano por la vía del eufemismo, a pesar de que se suelan utilizar algunas estratagemas pseudomarketinianas para tratar de convencer con malas artes a la masa, como diría Ortega, que hoy más que en rebelión parece estar inmersa en una revuelta contra el conformismo. Hay lo que hay y somos lo que somos, es cierto, aunque no nos lo merezcamos. Bien es verdad que, como ha dicho el presidente, en España “hemos tenido que hacer en 30 años lo que otros países europeos han hecho en 70 ó 100 años de democracia”, pero aún vamos con retraso en cuanto a transparencia y castigo. Y no me refiero aquí a los que pagan -y digo bien, pagan- los superciudadanos con superpoderes de rayos equis, por la mala gestión de los que gestionan en esta guerra mundial del dinero, que también, sino que me refiero a los que la auspician a partir de acciones cruentas y repletas de engaño y pillería con o sin rayos, o llámelo equis.
Dice el presidente también que «el sentido de la comunicación política es la captación del voto de los ciudadanos». Que «política, libertad y comunicación es un trípode indispensable para la sociedad». Que «la comunicación está íntimamente ligada a la libertad». Que «la política no se gana por usar un medio de comunicación u otro, se gana por las ideas». Y que tal, y tal y tal… Pero aquí desgraciadamente toda esta praxis es muy distinta a la teoría. Si ciertamente es necesario y lícito que el político persuada a la opinión pública a través de las diferentes técnicas de comunicación para ganar votos; no lo es tanto si utiliza la manipulación como arma para generar desorden y desconcierto.
La diferencia entre ambos conceptos es abismal, aunque algunas fuerzas políticas muestren mucho empeño en demostrar lo contrario. Y es que mientras la persuasión trata de buscar la credibilidad del ciudadano, la manipulación trata de generar movilización con fines perversos. Dicho de otro modo, y haciendo alusión a la ilustre profesora añorada por todos, María Antonia Martín Díez, o al propio Galbraith, el poder, para tratar de ejercerse, usa tanto la persuasión como de la manipulación. Y ambos son instrumentos muy eficaces, pero no son agentes de la misma naturaleza porque, mientras que la persuasión no precisa del engaño, este sí que se halla esencialmente en la manipulación, que no tiene más fin que el propio beneficio a cualquier precio.
Y en esas andamos, ya sin contemplaciones y directo al meollo. Manipulando sin persuadir siquiera en un país con déficit en marketing, como dice el presidente, pero con superávit en pillería por excesos de buscones y lazarillos. Tratando ahora de hacer ver que se debe encontrar un punto medio para que las técnicas de comunicación se empleen con buen arte sin guerra de Sun Tzu de por medio. Pero la cosa está difícil. Mucho fraude circula en un tablero trucado, lidiando una batalla de ajedrez con piezas de carne para tratar de engañar al votante al que, sintiéndolo mucho por los chorizos de turno, ya no se le engaña tan fácilmente porque, como dice ZP, tiene RX.
Dr. David Lavilla, Profesor Titular de Comunicación Digital y Nuevas tendencias de la UEM
@DavidLavilla
