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Rafa Nadal, compromiso y liderazgo

Helena López-Casares Pertusa. Doctora en Neurociencia Cognitiva de las Organizaciones. Universidad Europea

El deporte es un gran campo de aprendizaje cuyas situaciones son auténticas metáforas de vida. El tenis, en concreto, es una exigencia continua y una dura competición frente a uno mismo.

La gesta que Rafa Nadal ha conseguido tras ganar el Abierto de Australia, que suma veintiún títulos de Grand Slam a su lista de triunfos, es una de las conquistas más importantes del deporte mundial de todos los tiempos. Sus ganas, su ilusión, su capacidad de trabajo, su determinación, su disciplina y una cabeza bien asentada, son las señas de identidad de un campeón en la pista y en la vida.

En la alta competición deportiva hay dos capacidades que son muy necesarias para el desarrollo mental de los deportistas. Una es la capacidad de resistencia al fracaso y la otra es la capacidad de resistencia al éxito.

La resistencia al fracaso permite al deportista remontar la frustración de las derrotas y recuperar su motivación. Esta resistencia está unida a la capacidad de superación para poder manejar adecuadamente las distintas situaciones que se presentan y evitar entrar en una espiral donde aparece el temor a no remontar y se pierde la autoconfianza.

Como los deportistas de élite, los profesionales se enfrentan a la adversidad y a diversas situaciones desfavorables en el ejercicio de su trabajo. Es en esos momentos cuando se necesitan buenos líderes, que se definen por su capacidad de reaccionar con coherencia y responsabilidad. Las circunstancias desfavorables han de gestionarse con mesura para poderlas reconducir, ya que, en caso contrario, se estropean al abordarlas desde una óptica desorbitada.

La capacidad de resistencia al éxito es el antídoto ante el engreimiento y la falta de humildad. Esta capacidad permite al deportista tomar conciencia de que sus logros son la consecuencia de sus decisiones, acciones y actitudes.

Rafa Nadal es la imagen del equilibrio y de la armonía interna, lo que le ha ayudado a poner en juego su talento y a desatar su potencial en cada acción deportiva. Esta entereza sosegada que siempre manifiesta en la pista, ante los medios de comunicación y en su vida privada es un arma letal y un rasgo de su personalidad muy enraizado en su esencia.

El tenis que realizan los campeones es un ejemplo de fortaleza mental basado en el entrenamiento de la concentración para que todos los recursos físicos y mentales vayan en una única dirección.

Liderazgo en el mundo complejo

La complejidad que nos rodea exige a las personas responsabilidad, liderazgo y compromiso. En el mundo de las organizaciones el verdadero liderazgo emerge en situaciones de crisis y de cambio.

El líder, en esas situaciones, muestra amplitud de miras para alargar los límites y las posibilidades que se abren ante situaciones complejas. En tiempos de crisis el liderazgo es la llave de la adaptación al cambio sensato y el punto de partida para crear escenarios futuros desde la solvencia que aportan el conocimiento y el pensamiento crítico, creativo y sosegado. Sin liderazgo nos vemos abocados a la imprevisibilidad, a la falta de anticipación, a la inseguridad y a la desorientación.

El líder en el mundo complejo y global ha de encarnar valores sustanciales y sólidos cuyo centro esté coronado por la responsabilidad y la impecabilidad. El liderazgo no es una posición, sino un modo de vida. Por tanto, un buen líder es aquella persona que asume que el puesto y la posición que ocupa es una responsabilidad cuyo alcance es colectivo y no un privilegio que le ha sido concedido para usar al servicio de intereses particulares.

La era de la complejidad está repleta de ambivalencias, contradicciones, paradojas, oposiciones y confusiones que los líderes tendrán que saber entender y manejar. Nuestro mundo cambiante y complejo requiere de personas con una disposición mental innovadora para crear valor, que no tengan miedo a los cambios y que desarrollen un estado de equilibrio interior como base de la calma necesaria para ponderar la reflexión con la acción.

El mundo necesita un liderazgo influyente y, en este sentido, se necesitan referentes cercanos que nos recuerden que los resultados son fruto de la constancia y de la continuidad de una trayectoria impecable en el tiempo. Rafa Nadal es un ejemplo porque su estela trasciende el mundo del deporte. Nadal es un deportista de valor con una fuerza mental y una capacidad de superación que le impulsan a mejorar su juego. Nadal sabe convivir tanto con el triunfo como con la derrota porque por encima está su pasión por el tenis, que se traduce en compromiso.

Cuando una persona se compromete con algo sella un pacto con su inconsciente y obtiene resultados tangibles y visibles; y cuando esa acción se realiza con verdadera pasión se crea un compromiso muy fuerte y un vínculo personal inquebrantable con las propias responsabilidades.

El compromiso de Nadal se traduce en esfuerzo, sacrificio y determinación, valores necesarios en una época de profundos cambios, que requiere de líderes reales, con actitud de servicio, orientación hacia el fin colectivo y mirada de gran alcance.

Sobre el Autor

Campus de Villaviciosa de Odón - Madrid
Email: europeamedia@europeamedia.es

Europea Media es la clínica de medios de la Universidad Europea. Europea News es el periódico digital de la clínica de medios.

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