El camino hacia Europa es un mundo habitado por casi 60 millones de personas lejos de sus hogares a causa de la violencia, un mundo que de ser un país ocuparía el puesto 24 con mayor población del planeta. 38´2 millones son desplazados, personas dentro de sus países de origen y que todavía no han conseguido traspasar la frontera para formar parte de los 19´5 millones de refugiados. Debido a fundados temores de ser perseguidos por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un determinado grupo social u opiniones políticas, son personas que solicitan acogerse a la protección de otro país, con el derecho que en 1951 establecía la convención sobre el estatuto de los refugiados.
La mayor crisis migratoria de nuestro continente, tras la segunda Guerra Mundial, encuentra a eritreos que huyen de la persecución política, somalíes que no quieren formar parte de la guerra en su país, palestinos que consiguieron salir de Gaza y a sudaneses y afganos, pero sobre todo encuentra a sirios. 7´6 millones de sirios desplazados en el conflicto y hasta 4 millones de refugiados huyen de la guerra, que en su quinto año, tras intentos de paz fallidos, parece no estar cerca del fin.
Por todos estos acontecimientos Europa, la Unión Europea, la Europa de las libertades, encuentra ahora las consecuencias de unas causas, que hace poco tiempo habitaban lejos de sus fronteras.
Las causas que mueven a los refugiados a dejar atrás toda la vida que conocen y salir en busca de una nueva, responden a la desesperanza y a las pésimas condiciones de vida que viven en sus países, en Siria tras años de guerra no se vislumbra ninguna solución al conflicto, creando una gran incertidumbre sobre el futuro; el alto coste de vida que impide acceder a necesidades básicas esta desencadenando en una pobreza creciente entre la población civil; la escasez de oportunidades convierte casi en imposible conseguir un trabajo con el que poder hacer frente a los gastos; la educación, muy valorada entre la población siria, no cuenta con posibilidades suficientes, que unido a la necesidad de nuevos ingresos en las familias tienen como consecuencia un aumento preocupante del abandono escolar; el sentimiento de inseguridad y la insuficiente ayuda destinada a los programas humanitarios no logra reparar las carencias que sufren los afectados, además las dificultades para renovar la residencia legal en algunos países hace que llegar a un país europeo tampoco suponga la meta del camino, sino una parada más hasta lograr la estabilidad que anhelan.
Cronología del camino desde Lampedusa hasta Europa.
En marzo de 2012, un año después de las primeras protestas contra el gobierno de Bashar al Asad, los refugiados no llegaban a 30.000, pasado un año eran 900.000 y debido a la expansión de grupos terrorista en 2014 alcanzaron los 2´5 millones, en este momento Acnur reiteró su llamamiento a las autoridades europeas, para que garantizarán el acceso de las personas refugiadas en necesidad de protección a sus países, de acuerdo con sus obligaciones legales y morales.
Fue tras la tragedia de Lampedusa, el 18 de Abril de 2015, donde fallecieron 700 personas que intentaban alcanzar Europa, cuando el presidente del Consejo europeo, Donald Tusk convocó la cumbre extraordinaria que trataría las medidas para solucionar las tragedias migratorias en el mediterráneo. Finalmente, las medidas tomadas fueron doblar la presencia de barcos de rescate en esta zona y devolver a los inmigrantes a sus países de origen, en respuesta el alto comisionado de la ONU para los derechos humanos calificó de xenófoba la política migratoria de la Unión Europea.
El 13 de mayo la comisión europea propone activar un sistema temporal de cuotas para distribuir a los refugiados que ya se encuentran en la Unión Europea y un mecanismo para acoger a 20.000 personas más, cuatro días después el gobierno de Hungría decide construir una valla fronteriza con Serbia que consiga, según sus palabras: “frenar la inmigración”.
Un mes más tarde, el 22 de julio, el reparto que propuso la comisión Europa a los estados miembros no logra cumplirse, sí al acoger 20.000 refugiados que se encuentran fuera de Europa, pero no al redistribuir los que ya se encontraban en el continente en diferentes países.
El 28 de julio ocurre el mayor intento de salto de valla en Calais (Francia), donde cerca de 2000 personas intenta alcanzar Europa y una de ella fallece provocando que Reino Unido y Francia reaccionen pidiendo una “acción global”, argumentando que “responder a esta crisis migratoria constituye una prioridad europea y una prioridad internacional».
El 5 de agosto una embarcación con más de 700 personas, la mayoría procedentes de Siria y Palestina, naufraga frente a las costas de Libia, el mediterráneo sigue siendo una de las rutas más transitadas para los refugiados, pero también la ruta de los Balcanes, donde casi 2000 personas intentan cada día alcanzar Europa.
Debido a la gran cantidad de demandas de asilo que recibe Macedonia, el 20 de agosto, decide cerrar su frontera con Grecia, declarando el estado de emergencia por la llegada de refugiaos a su país. El mismo día Eslovaquia anuncia que no acogerá a refugiados musulmanes, convirtiéndose en el primer país en establecer un filtro para la acogida de personas con necesidad de asilo, mientras las costas de Libia presencian un nuevo naufragio con 200 fallecidos y la estación de trenes de Budapest cierra varias horas, cancelando los viajes internacionales el 1 de septiembre.
En este día, los medios de comunicación del mundo apuntan el despertar de “la conciencia de Europa” al publicar en sus portadas la imagen de un niño fallecido en playas turcas, donde murieron 12 personas más, intentando alcanzar otra vida, lejos de la guerra siria, es entonces cuando Merkel y Hollande acuerdan una nueva iniciativa común que incluye la organización, el reparto justo y la armonización adecuada de los refugiados dentro del contienen europeo, además del retoro de inmigrantes irregulares a sus países de origen.
El 9 de septiembre, Jean-Claude Juncker, presidente de la comisión europea anuncia a los estados miembros la obligación de reubicar en sus países a 160.000 refugiados que se encuentran en Italia, Grecia y Hungría.
A continuación, alegando motivos de seguridad, Thomas de Maizière, ministro del interior alemán decide establecer puestos de control en sus fronteras por el masivo flujo de refugiados que llega desde Austria, debido a esta situación, el 14 de septiembre, vuelve a celebrarse una reunión con los ministros del interior de Europa, que no logra establecer acuerdo sobre el reparto de cifras de refugiados para cada país.
En este contexto el gobierno conservador nacionalista de Hungría emplea gases lacrimógenos para impedir la llegada de refugiados desde Serbia. Acnur muestra su disconformidad y preocupación por las restrictivas medidas adoptadas por Hungría y las maneras con las que están siendo implantadas.
Finalmente, el 16 de Septiembre se aprueba el reparto de las 120.000 personas refugiadas que acogerá la Unión Europea, con los votos en contra de Hungría, Eslovaquia, República Checa y Rumanía.
Futuro incierto
Acnur encuentra la solución en la unión internacional, considerando que: “Europa ya no puede permitirse continuar con un enfoque fragmentado, que mida los esfuerzos para reconstruir la responsabilidad, solidaridad y confianza entre los estados y que esta generando caos y desesperación entre millones de refugiados”, ya que como mantenía Antonio Guterres:“Las personas no dejarán de buscar seguridad y una forma de sobrevivir en lugares lejanos si no se aborda la causa de raíz del desplazamiento forzado”.
Por tanto la crisis migratoria llegará a su fin cuando se encuentre una solución para Siria y el resto de lugares en conflictos, mientras, las personas refugiadas seguirán día tras días buscando lo que todos, una vida mejor, pero con la necesidad de encontrarla.
Laura Morato Hervás