El conjunto blaugrana salió con toda la intención de llevarse por delante a su rival, pero se encontró con un muro rojiblanco.
Messi fue el primero en intentar vulnerar la portería defendida por Oblak. Un remate empalmado de mala manera por el argentino en la media luna, tras un centro de Jordi Alba, fue la señal de que el 10 culé es un ser humano.
En menos de 15 minutos el balón ya tenía un solo dueño, el conjunto catalán enfiló su artillería hacia el área colchonera. Los de Manzanares fusionaron las líneas de defensa y medio campo, hasta cinco hombres se plantaron en la línea de las dieciséis con cincuenta para bloquear el paso del tridente.
Carrasco fue una hiena en la mitad del terreno de juego. Una y otra vez el belga corrió todos los balones despejados por sus compañeros para tratar de reducir la intensa presión del Barça.
Todo parecía indicar que era cuestión de tiempo para que el muro levantado por los jugadores del «cholo» Simeone, se rompiera ante la ofensiva blaugrana. Los hombres de Luis Enrique, con cada minuto se adentraba en territorio rival, situación que fue aprovechada por el Atleti.
Koke, se puso el traje de 10 y con un pase filtrado entre Busquets y Piqué, dejó a Fernando Torres cara a cara con Ter Stegen. «El niño» no dudó, y de primera remató con dirección a portería. El balón se coló entre las piernas del guardameta alemán y terminó en el fondo de la red.
Los más de noventa mil aficionados del Camp Nou, vieron como el nueve colchonero se barría de rodillas, en la misma esquina que hace tres días Bale lo hizo, antes de que le anularan el gol al galés en el clásico.
De inmediato muchos alzaron la mirada hacia el tablero electrónico y después al cielo, tal vez esperando despertar de una pesadilla. Pero no fue así, el Atlético de Madrid, en su segunda incursión en territorio azulgrana, se puso arriba en el marcador.
El recuerdo del clásico perdido, apareció en forma de silencio en las tribunas del Camp Nou, y en la cancha en forma de impresión. Por varios minutos el Barcelona perdió la intensidad y el ritmo con el que había dominado el encuentro hasta el minuto 25, tiempo que marcaba el reloj en el gol de Torres.
El delantero rojiblanco, paso del cielo al infierno en diez minutos. Por doble tarjeta amarilla fue expulsado. Su salida del campo, sentenció el fin de la ofensiva madrileña y la resurrección catalana. Tanto así, que hasta Mascherano se ánimo a probar, con un disparo de media distancia a Oblak.
El segundo tiempo fue una avalancha culé. Messi intentó una chilena al mejor estilo de Rivaldo, pero su remate salió desviado por muy poco, Neymar, puso a temblar la portería rival con un disparo que caprichosamente se estrelló en el larguero. Las intervenciones de Oblak, y los rechazos de los defensores rojiblancos fueron cada vez menos eficientes. Augusto, ingresó por Carrasco para dar una mano a sus exhaustos compañeros, pero fue en vano.
El Barça ya estaba metido en el área grande de su rival. Piqué, jugaba como delantero, y las bandas ya estaban en poder de los locales. Por ahí llegó el empate. Centro de Jordi Alba y definición de primera bajo los tres palos de Luis Suárez, el uruguayo del que sólo se tenía registro en el partido por pegar una patada a destiempo a Juan Francisco y una agresión sin pelota a Fiilipe Luís que todo el Atleti reclamó como expulsión, puso a gritar a todo el estadio con un gol que describe a la perfección lo que es la garra charrúa.
Simeone, al ver semejante panorama tan oscuro, renunció al ataque y sustituyó a Griezmann por Thomas para tratar de conservar el empate, su decisión dejo si referencia ofensiva a su equipo, facilitando el juego de su rival, que encontró el 2-1 aplicando la misma táctica del empate. Centro desde el costado (esta vez de Dani Álves) y cabezazo de Suárez, por si a alguien no le había quedado claro lo que es la garra charrúa
Jairo A. Castillo
@jairocastillo88